Argentina en la Guerra del Chaco: «Una extraña neutralidad»
(PRIMERA PARTE)
Como miembro componente de los Gobiernos Mediadores, y en su carácter de Arbitro de equidad, juntamente con las Repúblicas de Brasil, Chile, Estados Unidos de América, Perú y Uruguay, la República Argentina participó directamente como país neutral en la resolución del conflicto de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, pero existían algunas evidencias que contribuyeron a confirmar las sospechas de la parcialidad argentina en el conflicto boliviano-paraguayo sobre el Chaco Boreal.
Una de ellas es la carta que el ministro paraguayo en la Argentina, Vicente Rivarola, envió al Presidente de su país, Eusebio Ayala, afirmando:
“La simpatía general de todas las poblaciones argentinas para la causa paraguaya, en contraposición a la antipatía general para Bolivia, tiene que facilitar enormemente el contrabando de guerra para nuestro país. La circunstancia de no traer materiales de Europa será motivo para que en este país nos los faciliten sin restricciones. Los intereses creados son siempre respetables, aparte de la amistad y la buena voluntad cada vez mayores del Presidente Justo y su gobierno”.
Al principio de la guerra, la legación de Bolivia en Buenos Aires no dejó de reclamar contra las constantes violaciones de la neutralidad argentina efectuadas por las propias autoridades de Buenos Aires. Pero estos reclamos bolivianos no obtuvieron ningún resultado.
A su vez, el historiador L.B. Rout afirma que más que un país neutral, «la Argentina fue un beligerante cuidadosamente disfrazado de mediador durante la guerra del Chaco».
Durante buena parte de la misma, las autoridades de Buenos Aires aportaron al gobierno paraguayo inteligencia, información, medicinas, asistencia militar y financiera.
Rogelio Ayala Moreira, en su libro «Por qué no ganamos la guerra del Chaco», sostiene que el gobierno argentino envió préstamos al Paraguay por un monto de 6.000.000 de pesos argentinos.
A diferencia de los bolivianos, los historiadores paraguayos han sido reticentes en reconocer la colaboración argentina a las autoridades de Asunción. Pero a pesar de ello, existen evidencias de la asistencia argentina al Paraguay durante la guerra del Chaco, las cuales obligan a replantear hasta qué punto las autoridades de Buenos Aires fueron neutrales en el conflicto boliviano-paraguayo.
Una excepción es la escritora Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone, quien expresa en su libro «Testimonios Veteranos», lo siguiente:
«Y así se van develando hechos conocidos por muy pocos, como el de la solidaridad, con nuestra causa, del Servicio de Inteligencia de la República Argentina, que todas las noches, a las doce y media en punto; pasaba un parte del Estado Mayor Argentino, firmado por su Jefe, el Coronel Esteban Vacarezza, en el que se daba la opinión táctica y estratégica argentina, con la situación del día, y las apreciaciones de ese Estado Mayor para el futuro de las operaciones. Con ello conocíamos una cantidad importantísima de datos»
Así, algunas empresas argentinas con intereses en Paraguay proporcionaron fondos para el esfuerzo bélico de este país.
La Compañía Nicolás Mihanovich, cuya casa matriz estaba en Buenos Aires, otorgó un crédito de 500.000 pesos argentinos destinados al sector naviero, aunque retiró la oferta cuando los informes la dieron a conocer. Por su parte, la firma yerbatera argentina Larangeira donó 250.000 pesos al gobierno de Asunción para la compra de equipos de aviación.
Hacia mayo de 1.935 la economía paraguaya, exhausta por el esfuerzo de la guerra, se había vuelto virtualmente dependiente de los productos argentinos, especialmente gasolina y bombas de artillería. Todo el trigo, la nafta y el fuel oil que consumió el ejército paraguayo durante los tres años de guerra, le fueron facilitados gratuitamente por el gobierno argentino.
«Por cierto, el gobierno argentino envió ininterrumpidamente armas a Asunción a través del río Paraguay, mientras bloqueó la venta de productos a Bolivia a través del río Pilcomayo. Si el gobierno argentino hubiera decidido cerrar el trasbordo de bienes a Asunción a través del Paraguay, el suministro de armas se habría tornado imposible para el gobierno paraguayo».
Respecto de los materiales de guerra que el Paraguay adquiría en Europa, el Ministro paraguayo en Buenos Aires Vicente Rivarola relata en sus memorias:
«Los elementos bélicos de Europa y Norteamérica eran trasbordados discretamente en la rada del puerto de Buenos Aires en lanchones de donde eran reembarcados con otro destino aparente, para luego ser conducidos a Asunción por medios reservados y seguros… con conocimiento y amistosa tolerancia de las autoridades argentinas
Por el lado del transporte terrestre por los ferrocarriles del Estado o de cualquier otro medio, estaban igualmente previstas y organizadas las cosas perfectamente».
Pero la falta de neutralidad de la República Argentina, se evidenció también en la participación de tropas que combatieron junto al Ejército paraguayo: la creación del Regimiento de Caballería 7 «Gral. San Martín».
Una prueba de ello se materializa en un artículo editado el año 2003, por el Ejército Argentino en la Revista Militar No. 175, escrito por el Gral. Jorge Gorleri, el mismo que se transcribe a continuación: “La Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia se fue gestando desde muchos años antes de que las Fuerzas Armadas Bolivianas ocuparan el fortín Carlos Antonio López, sobre la laguna de Pitiantuta, en junio de 1.932.Allí se encontraba una pequeña guarnición paraguaya y el hecho marcó la iniciación de las hostilidades”.
Los residentes argentinos en el Paraguay y los paraguayos que querían a la Argentina ya en aquella época, se reunían en la Casa Argentina ubicada, aún hoy, en la Avenida Mariscal López de la ciudad de Asunción. Todos ellos decidieron contribuir al esfuerzo de guerra de la nación guaraní la cual no se encontraba en las mejores condiciones para iniciar la movilización.
Desde los tiempos de paz disponía de 3.000 hombres bajo bandera, mal armados, con fusiles españoles modelo 1.928, descalibrados, llamados «mata paraguayos», sin transportes ni equipos y con un servicio de sanidad desorganizado. El país carecía de industrias, las fábricas y talleres existentes eran rudimentarios. La situación se presentaba muy crítica.
En la Casa Argentina se decidió organizar un Regimiento de Caballería para incrementar el Orden de Batalla del Ejército del Chaco. Conseguida la autorización del Gobierno del Paraguay, decretos y leyes mediante, se dio comienzo, apresuradamente, a la organización del Regimiento 7 de Caballería, con el nombre de General San Martín.
La Casa Argentina se convirtió en centro de movilización; se recaudaron fondos, se compraron armamentos y organizó la provisión de uniformes, equipos y víveres. Desde tempranas horas, largas filas de voluntarios concurrieron a inscribirse para integrar el Regimiento, algunos desde Goya, Corrientes, Formosa y del Chaco Austral.
Entre la oficialidad se encontraban muchos argentinos, varios de los cuales se convirtieron en héroes durante la campaña. El Mayor argentino, Domingo Aguirre fue el Segundo Jefe del Regimiento, Aristigueta, Ortiz, Ochoa, Léxica, Barrera. Flores, Alvarenga, Chávez, fueron algunos de ellos.
El Mayor Francisco Vargas, Edecán del Presidente de Paraguay, educado en la Argentina, fue nombrado Jefe del Regimiento.
El 14 de noviembre de 1932, el Regimiento «Gral. San Martín», se desplazaba al son de la marcha de San Lorenzo desde el Campamento de Cerro León hacia el Puerto de Asunción para embarcarse hacia el teatro de operaciones.
www.taringa.net –fdra (Fuente:www.monografias.com/trabajos89/participacion-argentina-guerra-del-chaco)
No obstante la triste Guerra de la Triple Alianza (creada por los porteños partidarios de Mitre y no por la Argentina del interior ) Argentina siempre ha tenido vasos comunicantes para con Paraguay