historia

A 89 años de la batalla de Yrendagué, la batalla de la sed…

Transcurrieron 89 años de la Batalla de YRENDAGUÉ, en donde un 8 de diciembre del año 1934, el Ejército Paraguayo obtuvo una de sus victorias más importantes en la Guerra contra Bolivia: duró entre el 5 y el 8 de diciembre de 1934 en una de las zonas más desérticas e inhóspitas del Chaco Boreal. 

El Comandante de aquella gesta heroica fue el Gral. Eugenio A. Garay -que entonces tenía 60 años- quien mostró su máximo heroísmo, al igual que sus soldados, que podrían ser sus nietos, situación que le llevó a pronunciar la célebre frase: “Aní pe manó gueterí che ra’ykuéra, peaguantá miena, ha jahá ñamanó oñondivepá Yrendagué pe”. 

Es que ese fortín tenía en abundancia el más grande, preciado y escaso tesoro para los combatientes: el AGUA. 

Y su conquista significó un enorme sacrificio de los soldados paraguayos: tuvieron que caminar, sedientos, más de 70 kilómetros bajo un implacable sol ardiente que, como brasas encendidas, caía inmisericorde sobre sobre sus cansadas humanidades y tenían que atravesar los montes sin abrir una picada para no ser detectada por las patrullas y la aviación enemiga y tomar el fortín para dejar sin agua a todo el Cuerpo de Caballería boliviano desplegado en la zona.

LA TRAVESÍA–

Pero los “pilas” no se aminalaron ni desfallecieron. Agotados y casi al borde de la deshidratación llegaron a Yrendagüé el 8 de diciembre -día de la Virgen Milagrosa de Caacupé- luego de 3 días de travesía, logrando la hazaña de tomar el fortín y los pozos, cortando así el suministro de agua a las tropas enemigas. 

Sin agua, las fuerzas bolivianas comenzaron a desintegrarse. Muchos soldados salvaron sus vidas entregándose. El 9 y 10 de diciembre, miles de soldados bolivianos, que habían abandonado armas y equipos, murieron de sed o se suicidaron desperdigados por el desierto. 

Fue una de las batallas más crueles de la guerra El coronel boliviano Díaz Arguedas evaluó en varios miles los muertos por falta de agua, en 3000 los prisioneros, y la pérdida de gran cantidad de armas abandonadas en el desierto: 60 morteros, 79 ametralladoras pesadas, 498 livianas, 590 pistolas-ametralladoras, 11.200 fusiles y 200 camiones que fueron a parar al ejército paraguayo. En los depósitos de Yrendagüé los soldados paraguayos lograron rescatar de las llamas cajas con botellas de champagne, vinos finos del Rhin y una enorme cantidad de botellas de cerveza.

Significativamente, entre los 3000 prisioneros capturados, NO figuró ningún oficial boliviano debido a que estos habían abandonado a sus tropas en el desierto. 

Fuentes varias

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