17 de enero de 1846: Carlos Antonio López reforma la Ley de Aduanas paraguaya
El “Cotton Boom” y la cría de lanares
A raíz del “Cotton Boom”, de la crisis algodonera, Inglaterra había concedido a los estados del Sur de EE.UU. “subsidios” en concepto de adelantos sobre algodón. Los mismos –que fueron entregados en dos cuotas-, ascendían a trescientos quince millones de dólares. Inglaterra calculaba que los Estados del Sur, se impondrían rápidamente.
Pero, al transcurrir el tiempo y advertir que la guerra seguía, y que de una producción de 4.500.000 libras de algodón en los Estados del Sur, en 1861, se pasaba a sólo 300.000 en 1864, con 250.000 obreros ingleses de Lancashire en la calle y 160.000 que sólo trabajaban cuatro horas diarias, se extremaron los esfuerzos para solucionar la crisis.
Ratificando lo que hemos sostenido con respecto al ataque de México, en lo que concierne a la instrumentalización que hizo el Foreign Office de Napoleón III, y que según los cálculos de Gran Bretaña no podían culminar con un triunfo definitivo de Francia en México, recordemos que en Washington se entrevistaron el embajador francés y Horace Greely, el astuto diplomático norteño, sin resultado alguno. Los estados del sur, le ofrecen a Napoleón III, 100.000 fardos de algodón, a cambio de barcos destinados a quebrar el bloqueo. En julio de 1862, llega a París, Mr. Slidell, delegado del Sud. Como consecuencias de esta misión, Francia pide a Washington una tregua de seis meses, que permita embarcar algodón. El gobierno norteño se niega. Francia recibe para su deteriorada industria 100.000 fardos de Egipto, que le sirven de momentáneo alivio. Inglaterra sólo la insignificante cantidad de 200.000, provenientes de Siam, Brasil, India y Egipto.
Es en estos momentos que Inglaterra desespera por encontrar un sucedáneo del algodón. La lana puede serlo, y por ende, los cónsules británicos reciben instrucciones relativas a la necesidad de fomentar activamente la cría de ovejas.
Al comenzar el “Cotton Boom”, con los primeros efectos de la crisis, en 1862, tras una momentánea caída de precios, la lana va encontrando niveles cada vez más altos de cotización en el mercado mundial, sufriendo una brusca caída en 1867, en que baja a sólo 23/4 d. la libra, precisamente cuando termina la crisis del algodón.
La actividad servil de Urquiza, su sumisión política, está ligada estrechamente a la crisis algodonera, y al alza de precio de la lana, que el estanciero entrerriano no deja de aprovechar, a través del Banco de Londres y Río de la Plata, el que comercializa y financia la abundante producción ovina de sus estancias.
Por su parte, al ideólogo Juan Bautista Alberdi, tampoco se le escapó la importancia y significación de la crisis algodonera. El 24 de marzo de 1861, desde París, le escribe al canciller argentino Francisco Pico: “Entre tanto es imposible desconocer el efecto favorable que la crisis de Norte América ejerce respecto de los países de Sud América señalados como más propios para la producción de algodón, pues esta consideración es hoy de grande auxilio para las empresas argentinas del Ferrocarril de Córdoba y de la navegación del Río Salado.
“El señor Weelwright, que está hoy en Londres lo ha comprendido así y trabaja con más esperanzas que nunca para llevar a cabo la formación del capital que debe aplicarse a la construcción de esa vía férrea”.
Alberdi, sin embargo, se engañaba. La crisis del algodón no sólo no beneficiaría a nuestra nación, sino que por el contrario, contribuiría a arrastrarla al sacrificio de una guerra imperialista, en la cual jugaría un destructivo papel, quedando en consecuencia agotada financieramente y en poder de una clase envilecida, servil y apátrida.
El “Lope Tiempo” y la libre navegación
La búsqueda del algodón y de su zona de cultivo, no sería la única causa de planificación de la guerra por parte de Inglaterra. Desde la caída de Juan Manuel de Rosas, la libre navegación de los ríos fue uno de los objetivos inmediatos y fundamentales de la diplomacia extranjera en la parte sur del continente. Eliminados los EE.UU. por la guerra civil, descartada Francia por su alianza con Inglaterra y por la crisis europea, sólo su Británica Majestad, estaba en condiciones de llegar por los ríos hasta Asunción.
La libre navegación a través del río Paraguay, no sólo le abría la posibilidad de imponer el libre cambio a los paraguayos, y de capturarles el algodón, la yerba mate y el tabaco. La libertad de ese río, permitía también la comunicación comercial con Bolivia, a través del Bermejo y del Pilcomayo.
El “Lope Tiempo” –la época de los López- se caracterizaría, precisamente, por ser una etapa de resistencia a esa penetración.
En 1846, Carlos Antonio López, reformó la ley de aduanas paraguaya. En la reforma se establecía la libre importación de máquinas e instrumentos de agricultura, industria, artesanado y ciencia “que no se fabricaran o no estuvieron todavía en uso en la República”
También se creaban dos tipos de derecho de importación: las telas de seda, lanas, tul, relojes, muebles de madera, ropas hechas, calzados, vinos y licores, aguardientes, cervezas, tabaco negro, sal, manteca y perfumes, con un 25%. Todos los demás productos, con un 20%.
En cuanto a la exportación, fue gravada con un 8% el añil, tabaco negro, rapé o polvillo, harina de trigo, vinos, aguardientes, vinagre, licores fabricados en el país, azúcar, arroz, jabón, grasa, cera blanca y miel de abejas. Con un 10% se gravaba la salida de oro.
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