Dr. Luis A. Riart, canciller del Paraguay que firmó el Protocolo de Paz. Anteriormente, ante la renuncia de Eligio Ayala, asumió la Presidencia del Paraguay el 17 de marzo de 1924, donde le tocó gobernar hasta el 15 de agosto. Riart había nacido en Esquina, Corrientes en 1880. Fue el segundo argentino que alcanzó la primera magistratura del país: en primero había sido Manuel Gondra, nacido en Bs. As. en 1871.
El 12 de junio es considerada como “Día de la Paz del Chaco” dado que esa fecha se firmó el Protocolo de Paz entre Paraguay y Bolivia. Consecuentemente, el gobierno paraguayo lo incluyó en su calendario de feriados inamovibles, excepto este año en que –por “razones turísticas”- un decreto presidencial dispuso pasarlo al lunes siguiente: 16 de junio.
Tres largos años (1932 – 1935) de guerra fratricida, de ciega violencia, habían segado casi 80.000 vidas paraguayas y bolivianas en la llamada Guerra del Chaco que enfrentó a dos pueblos hermanos, contienda estimulada por la codicia de transnacionales petroleras rivales, especialmente los Estados Unidos, a través de la Standard Oil y de Gran Bretaña, por medio de la Royal Dutch Shell.
El 12 de Junio de 1935 se firmó en Buenos Aires el Protocolo de Paz ente Paraguay y Bolivia durante la presidencia de Agustín P Justo. Fueron sus firmantes: Tomás Elio (Bolivia), Luis A. Riart (Paraguay), Carlos Saavedra Lamas (Argentina), José Carlos de Macedo Soares (Brasil), José Bonifacio de Andrada e Silva (Brasil), Luis Alberto Cariola (Chile), Félix Nieto del Río (Chile), Alexander W. Weddel, Hugh Gibson (EE. UU.), Felipe Barreda Laos (Perú) y Eugenio Martínez Thedy (Uruguay)
(Spruille Braden –empresario, diplomático y lobbista estadounidense- que estaba relacionado directamente con la creación de la Standard Oil of Bolivia, actuó –pero no firmó el protocolo- como delegado de su país en las negociaciones de paz).
Dos días después, el 14 de junio de 1935 dejaron de bramar las armas en ese inmenso infierno verde chaqueño, para dar paso al diálogo fraternal que permita la construcción de un futuro sin rencores y con profundo sentido de fecundad hermandad.
Resulta imposible mencionar a tantos héroes, no sólo jefes y soldados, sino choferes, mecánicos, médicos, enfermeras, en el campo de batalla. Y, junto a todos ellos, las madrinas de guerra, quienes a pesar de la distancia, vivieron muy de cerca las patrióticas luchas de sus arrojados ahijados.
Han pasado 79 años de aquel hecho que sólo puede llamarse glorioso, por haber marcado el final de un encuentro de sangre entre dos países hermanos de América
Hoy, son escasísimos los sobrevivientes de aquella epopeya sangrienta, nuestros aguerridos héroes anónimos y valerosos ex combatientes. Se están yendo lentamente al más allá, al merecido descanso en la presencia de Dios, para reencontrarse con su compañeros los caídos en la pavorosa contienda.
El Congreso de la Nación ha resuelto otorgar a dichos sobrevivientes, la Condecoración “Orden Nacional al Mérito Comuneros”, en un acto que se realizará el 12 de junio de este año en la explanada del Palacio de los López.
Las generaciones presentes debemos sentirnos orgullosos y cuidar el inmenso legado que nos han dejado nuestros antecesores, ilustres ciudadanos-guerreros de nuestra Patria.
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