El 15 de junio de 1932 con el ataque boliviano al fortín Pitiantuta, el cual fue retomado por los paraguayos 30 días después, la guerra había comenzado, y ella no se detendría hasta junio de 1935

A fines del año 1934, con la caída de los fortines “El Carmen”, “Pibuiba”, la toma de “Yrendagüe” y la capitulación de la Sexta División boliviana en “Ingavi” definieron el curso de la guerra, hasta el final, seis meses después.

El avance del ejército paraguayo rebasó el río “Parapití”, límite histórico reclamada por el Paraguay, los sucesivos triunfos nacionales ya con un pie en la zona petrolífera boliviana, hizo que las naciones de los países vecinos realizaron gestiones diplomáticas para obligar a Bolivia a entrar en razones para concertar del “Protocolo de Paz”, firmado en Buenos Aires, el 12 de junio de 1935

La ciudad de Buenos Aires, con sus viviendas y edificios públicos engalanados con la insignia patria Argentina y el pueblo congregado frente a la casa Rosada, expresaba con sus aplausos y parabienes al gobierno, los cancilleres de ambos países ya a los mediadores extranjeros, su satisfacción por el cese de fuego y en inicio de una era de paz y entendimientos entre Paraguay y Bolivia

Igualmente en nuestro país, ese feliz momento produjo una algarabía indescriptible: las sirenas de los buques y fábricas junto al tañido de las campanas de todas las iglesias, atronaron el aire, hombres y mujeres confundidos en un solo haz de corazones, abandonaron sus hogares y lugares de trabajo y se lanzaron a las calles a vitorear el acontecimiento largamente esperado por todos.

El 14 de junio de 1935 fue un día inolvidable: los ejércitos hicieron el cese de fuego definitivo… ¡la guerra había terminado! Ya no más muertes ni mutilaciones, ya no viudas, huérfanos ni dolor agregado. Además, los hombres de ambos ejércitos contendientes se abrazaron alborozados en un gesto de confraternidad emocionante. Adiós, gracias a Dios, a los enfrentamientos y penurias.

Y fue en el Chaco, en Puesto Merino, a mitad de camino entre Capiírendá y Villa Montes, donde el general José Félix Estigarribia, de Paraguay y el general Enrique Peñaranda, de Bolivia – dos conductores que no se dieron tregua- se estrecharon la mano para sellar la paz, en lo que había sido un cruento frente de batalla.

El “Tribunal de la Paz del Chaco”, integrado por los representantes de cinco presidentes americanos, falló en arbitraje de “Equidad y Bondad” que los antiguos enemigos, acataron en plenitud, abriendo profundos cauces para la concordia

La guerra entre vecinos que ni siquiera se conocían ya no volvería a repetirse, porque los países entendieron que el peor de los negocios es ir a la lucha armada. Y que también ningún interés foráneo los volvería a enfrentar.

Durante la guerra del Chaco, el ejército boliviano fue dirigido sucesivamente por cuatro generales: Filiberto Osorio (desde septiembre a octubre de 1932). José Leonardo Lanza (desde octubre a diciembre de 1932). Hans Kundt (desde diciembre de 1932 a diciembre de 1933) y  Enrique Peñaranda Castillo (desde diciembre de 1933 hasta finalizar la guerra). Paraguay tuvo uno solo: el general José Félix Estigarribia

El 27 de abril de 2009, 74 años después de finalizado el enfrentamiento bélico, los presidentes Evo Morales de Bolivia y Fernando Lugo de Paraguay firmaron en Buenos Aires el acuerdo definitivo de límites territoriales del Chaco Boreal. El acto se realizó en la Casa Rosada en presencia de la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, previa aceptación por parte de sus respectivos cancilleres del “Acta de cumplimiento y ejecución” del Tratado de paz, amistad y límites entre Bolivia y Paraguay de 1938.

Un año antes, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y del Paraguay, Nicanor Duarte Frutos –acompañado por el presidente electo Fernando Lugo- participaron 14 de junio en Villamontes (Tarija), de un acto por el 73 aniversario del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco

Fuentes: J. F. Álvarez – Washington D.C. – mayo 2007 // “Paraguay ñane retã” – mayo 2011