+Juan Stefanich Irala (*)
El 1º de marzo es en el Paraguay el “Día de los Héroes”. Se conmemora la muerte del Mariscal Francisco Solano López, en la última batalla de la guerra de la Triple Alianza o la Triple Infamia.
Caída Asunción en los primeros días de 1869, que posteriormente fue saqueada por las tropas imperiales, López reúne sus últimos soldados y encabeza una caravana que se dirige al norte con el fin de eludir la maniobra envolvente del ejército adversario. Son soldados de más de sesenta años y adolescentes. Se les unen las familias que han dejado Asunción y se les suman los que vienen de todas partes del país. Hay muchas mujeres de edad y condición social. Todos quieren compartir la suerte del ejército y llegar donde llega el Mariscal.
Sienten que quedarse atrás es quedarse en una tierra que ya no es paraguaya porque la ha ocupado el enemigo. La Patria para ellos está en donde está el Mariscal. Mientras él viva la Patria vive y por tanto sigue vigente el deber de luchar por ella.
A mediados de febrero el contingente –diezmado- arriba a Cerro Corá. Atrás han quedado las cruentas jornadas de Piribebuy y Acosta Ñu. Atrás han quedado diez mil muertos. Sólo llegan cuatrocientos paraguaos.
Cerro Corá es un anfiteatro rodeado de cerros. De allí su nombre: “corral de cerros” en la traducción al castellano. Era entonces un campo de buenos pastos, bien protegido, a poca distancia del Aquidabán-nigüi, afluente del río Aquidabán.
Allí se representaría el último acto del drama de la guerra.
Resulta difícil para nosotros, como paraguayos, aún a 141 años, logra la ecuanimidad que exige el criterio histórico y no dejarnos llevar por la emoción al rememorar aquellos hechos. Pero manteniéndonos, dentro de lo posible, en la fría observación de los acontecimientos y a la luz de los testimonios actuales, nos resultan indudable dos cosas.
Una, que la inmensa mayoría del pueblo paraguayo –hombres, mujeres, niños y ancianos, sin distinción_ dio su apoyo y acompañó a Solano López. Y llegó, a identificarlo con la Patria misma. Por eso abandonó todo para seguirlo hasta las últimas consecuencias, aún a costa de sacrificios inenarrables e indecibles actos de heroísmo.
Y dos, que el Mariscal López, cualquiera sean los reparos que se le quieran oponer, supo en esta circunstancia estar a la altura de su pueblo. Prometió defender al Paraguay hasta morir y cumplió su palabra: no vaciló un instante.
Cuando ya todo estaba perdido siguió dirigiendo batallas y conduciendo a su pueblo sin rastro alguno de desesperación y abandono. Como ha dicho de él un historiador argentino: “si no había podido ofrecer el triunfo a los suyos, podía ofrecer a generaciones futuras el ejemplo tremendo de un heroísmo nunca igualado”.
Nos cuenta el coronel paraguayo Silvestre Aveiro, ayudante de campo del mariscal que sobrevivió a Cerro Corá, que algunos días antes de la batalla, López llamó a consejo de oficiales.
“Estamos –les dijo- en el último rincón de la Patria. Atravesando los cerros ganaríamos asilo en suelo extranjero. Pero ¿podría darse fin a la epopeya escapando a la muerte y dejando al Paraguay en poder del enemigo? ¿Podríamos, desde el extranjero, asistir impasibles al apoderamiento de nuestra tierra?”
Siguió un silencio –dice Aveiro. Y entonces yo le dije al Mariscal que él era el Jefe del Estado y de nuestro ejército y que nuestro deber era acatar su decisión. Entonces el Mariscal dijo, simplemente “Bien, entonces peleemos aquí hasta morir”. Y no se habló más del asunto.
El 1º de marzo de 1870, a media mañana comenzó la batalla. Las débiles defensas paraguayas fueron arrasadas. Allí murieron el vicepresidente Sánchez, anciano de 80 años que se negó a rendirse y Panchito López –niño de 15 años- hijo del Mariscal, quien dijo antes de sucumbir “Un coronel paraguayo no se rinde”. Allí murieron ministros, generales, jefes, oficiales soldados.
López, rodeado de de enemigos, al rehusar rendirse, es muerto en el arroyo Aquidabán-nigüi. Pero antes de morir, casi al expirar pronuncia la frase que, al decir uno de sus biógrafos, seguirá viviendo por los siglos en el corazón de los paraguayos: “Muero con mi Patria”.
Aquellas palabras expresaban no sólo que el Mariscal había cumplido su compromiso con la Patria. También reflejaba la realidad. Porque en Cerro Corá, junto con el Mariscal, murió un Paraguay: el Paraguay políticamente y económicamente libre, altivo y progresista. El Paraguay que habían construido los próceres de su emancipación.
Bien pudo decir, por tanto, el escritor argentino Goycochea Menéndez “Que aquel 1º de marzo de 1870, el río Aquidabán mugía a la distancia entres sus rocas centenarias, como si llevara a los mares lejanos y rumorosos, el alarido de protesta con que se desplomaban un deal, una Patria y una raza.
(*) publicado en “Paraguay ñane retã” en marzo de 1995
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Francisco Solano López fue el responsable de desatar la guerra grande,fue su arrogancia, prepotencia,y gral de carrera creído que violó la buena relación diplomática que el mejor presidente de la historia del Paraguay sr Carlos Antonio López tenía con los países estratégica geográficamente para que Paraguay tuviera salida al mar,fue Francisco que navegó en las fronteras sin pedir permiso como lo hacía su padre,recibio una advertencia,pero no quiso dar oído,y l resultado fue que,como ya le tenían un cierto grado de envidia al poder económico guaraní,se aprovecharon de la prepotencia de un engreído sujeto,y le delataron guerra a nuestro pais,resultando la muerte de centenas de Miles de niños,para mí el no es un héroe
Muchos se preguntan si eran necesaria la inmolación. Las Residentas la tenían muy clara, que al terminar la guerra los sobrevivientes se convertirían en esclavos de Argentina y Brasil. Las tropas brasileras ocuparon el territorio paraguayo, despues terminada la contienda durante cinco años, y los niños paraguayos que sobrevivieron "La batalla de Acozta Ñu" fueron cazados con lazos y luego llevados al Brasil para someter a la esclavitud ¿Acasos el Mariscal quería la guerra?. Un país que nació libre, un Estado popular, no podría soportar el sometimiento, y para lograr sus objetivos los imbasores habían que diezmar a esa nación, cuyo unico pecado era de ser libre. El 16 de agosto es el dia del niño paraguayo, es por el martirogio de Acozta Ñu. No fue que López inmoló a Paraguay, es el puepueblo entero conciente de la graveda que lo hacechaban ,deside seguir a su Paladin hazta la última consecuencia. Los niños estaban con sus madres, no peleaban, pero las tropas brasileras ataron sin piedad, y muchos de los heridos se escondieron en las malezas de Acozta Ñu, y un brasilero mandó insendiar el malezal. Ese fue el origen de los niños Mártires de Acozta Ñu.
Muy bueno el Art.hoy a 142 años de esa heroica epopeya los paraguayos nos sentimos orgullosos del legado de bravura coraje y heroísmo dejado por nuestros héroes en la Guerra Grande y por supuesto en Cerro Corá, siendo estos símbolos innegables a seguir por la nuevas generaciones,solo espero que lo acontecido esta parte de la HISTORIA DE SUDAMÉRICA, sirva para que nuncamás las naciones vecinas y " Hermanas" se enfrasquen en ridículas guerras............
Qué excelente trabajo.- Leo y leo y leo sobre el tema y cada vez me confundo más.- Ha sido un alto honor morir por su patria frente al genocidio que los historiadores se han ocupado de ocultar.- Yo creo que el Mariscal, su estado mayor e incluso su hijo debía morir por su patria y su honra, como hizo Don Salvador Allende frente a Pinochet, pero no creo que hubiera sido necesario inmolar a un millón de paraguayos ni a un ejercito integro y rebosante de valientes.- Además el Paraguay no solo no ha muerto, sino que de esas cenizas flamea orgullosa su enseña patria y no dudo que al "Corazón de America" no le queda sino un destino de grandeza en el concierto de naciones.- Un argentino que ama al Paraguay.- Jorge O. Gonzalez.-
Excelene artículo, como todo lo que escribió el Dr. Stefanich. Para los que lo conocieron les comento que me enteré que falleció, y según me contaron esto pasó hace 3 años.