Sociedad del Conocimiento y Educación: ¿Qué es lo que está en juego?
Betiana Vargas (*)
La entrada a la llamada Sociedad del Conocimiento se está produciendo de manera acelerada y vertiginosa. Infinidad de ejemplos pueden citarse para poder entender qué significa este estado en el que la caducidad es cuestión de segundos y lo obsoleto más que un estado se transforma en una permanencia.
Desde experiencias cotidianas que muestran el avance de la tecnología como las maquinas que cargan saldo a las tarjetas de transporte público, función antes desarrolladas por trabajadores del servicio, o celulares que ya al retirar del envoltorio quedan retrasados a nuevos modelos lanzados al mercado.
Y ejemplos de mayor complejidad que involucran operaciones precisas como es el caso de las innovaciones en materia agrícola con maquinarias de siembra directa, capaces de realizar las estimaciones de suelo y recomendaciones que antes eran competencias de profesionales expertos en el tema, o drones con identificadores faciales para uso militar.
Lo cierto es que el conocimiento se transforma hoy en el principal factor de producción de valor y la educación, con su función fundamental en la distribución de los saberes, la cultura y, por lo tanto, en la formación y preparación de las nuevas generaciones, no puede permanecer ajena a este fenómeno.
¿Qué sujetos queremos formar?, ¿para qué sociedad? se tornan en las preguntas orientadoras que intentan acercarnos al nudo central de la cuestión que significa el qué y para qué de la escuela y de los sistemas educativos actuales.
La llamada Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0 se establece sobre una nueva forma de organización económica, social y cultural centrada en el conocimiento. Con la crisis económico-financiera de 2008, emerge el cuestionamiento de las formas de acumulación y concentración del capital.
La búsqueda insaciable de mejoras en la producción y la máxima rentabilidad, obligaron a las empresas a reinventarse y establecer nuevos patrones para garantizar mayor escala, mayor velocidad, reducción al mínimo de los costos y, por lo tanto, menos obreros. Bajo estas condiciones, ¿qué lugar tiene el trabajador en esta nueva forma de capital?
Según la Federación Sindical Mundial (FSM), desde la caída del Lehman Brothers hasta la fecha, se perdieron en el mundo más de 63 millones de puestos de trabajo a causa del acelerado proceso de quiebras, compras y fusiones de grandes empresas y la incorporación de nuevas tecnologías al proceso productivo. En concordancia con estos datos, se estima que en los próximos 20 años el 50% de la mano de obra mundial será reemplazada gracias a la innovación tecnológica y a los procesos de robotización y digitalización.
La educación y el mundo del trabajo – Frente a estas realidades, debemos preguntarnos qué papel debe jugar la educación, cuáles son las nuevas demandas y qué nuevas herramientas son fundamentales para dotar a los trabajadores de las competencias necesarias para enfrentar el mundo del trabajo, cada vez más exigente y cambiante, pero principalmente para democratizar al máximo los saberes y habilidades fundamentales que garanticen el acceso al conocimiento estratégico para dominar la tecnificación y ordenar la información en las aceleradas sociedades modernas, donde el caos de lo informático constituye la fuente para la enajenación y el sometimiento de los individuos.
Que la escuela y su formato están agotados es cuento viejo. Desde su invención y su función en la constitución del Estado-Nación, vienen emergiendo corrientes pedagógicas que critican el modelo tradicional enciclopedista y el currículum disciplinar. La cuestión se torna interesante cuando comenzamos a preguntarnos cómo afrontar estos desafíos.
Hay dos grandes caminos a seguir, ambos sinuosos y confusos. El primero…(1).
(*) Betiana Vargas es licenciada argentina en Psicopedagogía (UNRC), maestranda en Ciencias Sociales con orientación en Educación (Flacso), redactora-analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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