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Comamos las reservas internacionales

José Cantero (*)

No existe ningún país que sea igual al otro. Las diferencias pueden surgir en término del tamaño de la población, del nivel de riqueza, de la extensión del territorio, o de la capacidad tecnológica.

No existe ningún país que sea igual al otro. Las diferencias pueden surgir en término del tamaño de la población, del nivel de riqueza, de la extensión del territorio, o de la capacidad tecnológica. Ante tanta disimilitud, existe un factor común clave; todas las naciones –grandes, pequeñas o dependientes- se ven ante la necesidad de mantener reservas internacionales. Pese a ello, existe un desconocimiento de la importancia de sus funciones. Esta ignorancia es, sin duda, una continua amenaza.

Las reservas internacionales de Paraguay rondan los USD 4.800 millones. Es una suma que representa aproximadamente el 20% del PIB.

Ante un monto tan cuantioso, a cualquiera se le prendería la lamparita y propondría utilizar parte las reservas para financiar proyectos de infraestructura, como también ofrecer subsidios para reducir el nivel de pobreza que trepa el 40% de la población.

De hecho, es muy común que exponentes de izquierda o de derecha argumenten a favor del uso de las reservas para la promoción económica o el resguardo social.

¿Por qué no utilizamos las reservas internacionales para esos fines? Antes de contestar esta interrogante tenemos que comprender que el Banco Central no es el propietario exclusivo de las reservas internacionales. El 25% del total de las captaciones en moneda extranjera de los bancos debe ser mantenido en el BCP en concepto de encaje legal, que se registra como pasivo del BCP, pero que a la vez se integra como activo internacional del ente monetario. Adicionalmente, el sector público mantiene depósitos en moneda extranjera del en el BCP, monto que a su vez conforma las reservas.

Entonces, de los USD 4.800 millones, solamente una fracción, de aproximadamente 63%, le corresponde al Banco Central, que dicho sea de paso representa cerca del 100% de los guaraníes que mantenemos en el bolsillo y en depósito de cuenta corriente en los bancos, conocido como agregado monetario M1.

¿Por qué no utilizamos las reservas internacionales que le corresponden al BCP para financiar proyectos de infraestructura? Es decir, ¿por qué no cambiamos el activo financiero (reservas) por un activo físico (infraestructura) o por un subsidio social?

Las reservas internacionales, además de representar un activo financiero del país, constituye un instrumento clave de la política monetaria y cambiaria. Es como un colchón, un seguro o instrumento que nos permite enfrentar eventuales percances cambiarios o monetarios –ya sean estructurales, como también coyunturales (crisis bancaria)- que podrían dañar severamente la economía.

Para ilustrar un caso estructural, el boom de la soja de los últimos años, significó un aumento importante de las exportaciones, lo cual generó un exceso de divisas al país, que pudo haber llevado al tipo de cambio a un nivel de 1.000 G/USD. Una apreciación del guaraní de esa magnitud hubiese matado la competitividad exportadora del país, razón por la cual el BCP tuvo que adquirir el exceso de divisas –vendiendo como contrapartida guaraníes- con lo cual las reservas propias del BCP aumentaron y el tipo de cambio no descendió de manera estrepitosa.

En el 2012, la situación favorable se revirtió con el escenario de sequía y menores ingresos de divisas. Ello motivó al BCP a desprenderse de dólares –ventas netas de USD 260 millones- y, de ese modo, el tipo de cambio no se disparó por las nubes.

Las reservas internacionales serían como un largo brazo que buscar estabilizarla economía. Si nos comemos este brazo, no tardaremos en devorarnos todo el cuerpo.

(*) lanacion.com.py – José Cantero es Director de la Fundación Primero Paraguay y Editor de la revista Foco. Licenciado en Economía y en Ciencias Políticas de la Universidad de Kansas. Obtuvo el grado de Maestría en Economía y Maestría en Finanzas Internacionales en la Universidad de Illinois. Realizó una especialización en City University, Inglaterra. Se desempeñó como Director de Estudios Monetarios del Banco Central del Paraguay. Es autor del libro «Economía Monetaria y Financiera, un enfoque de Paraguay» y Co-autor del libro «Banca Central, una introducción». Es docente de la Universidad Católica y del EDAN.

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