“Paraguay no güevi”: Ramón Díaz, chocho. La hinchada también.

“En la cancha se conocen los pingos” es una frase surgida del ámbito turfístico que nos indica que no se debe sacar conclusiones antes de tiempo, antes finalizar la carrera, de terminar el partido.

Argentina's Lionel Messi has his jersey pulled by Paraguay's Victor Caceres during their first round Copa America 2015 soccer match at Estadio La Portada de La Serena in La Serena, Chile, June 13, 2015. REUTERS/David Mercado
Lionel Messi es tironeado por Víctor Cáceres  (Foto: David Mercado/Reuters)

Es que anoche, en La Serena, parecía que el cotejo entre Paraguay y Argentina iba a ser la primera goleada en la Copa América, ya que el subcampeón del mundo arrasó a su rival en el primer tiempo con un muy buen juego que puso el scorer a su favor en 2 a 0.

Pero después del descanso, los guaraníes parecieron resucitar, despertar de su letargo e imprimir toda su garra futbolera a lo largo del segundo tiempo en que superó ampliamente al Seleccionado Argentina que, por lo visto, quedó desorientado ante la habilidad y el empuje de su rival.

Así fue que, dada su levantada futbolística, el veteranísimo albirrojo Nelson Haedo Valdez –a los 60 minutos- rompiera la red del arco custodiado por Sergio “Chiquito” Romero. Gol que elevó aún más la moral del equipo paraguayo que se hizo dueño de la cancha y logró el empate con el golazo de Lucas Barrios en el minuto 89, conquista que el “curepa” Ramón Díaz lo gritó con toda su alma y toda su voz, que se escuchó en todo el universo imitado por todo su cuerpo que –con sus saltos- casi perforó el cielo chileno. ¿Qué más?: los paraguayos del mundo entero, estallaron de alegría.

Existe una creencia entre muchísimos futboleros de que el riojano DT de la albirroja no es en realidad un DT: es un estratega.

Sea como sea, Ramón Díaz dejó-momentáneamente- mudo al cangüeroto José Luis Chilavert que lo había tratado de “vago y mentiroso”. Esto nos trajo a la memoria las cuatro palabras que el Rey Juan Carlos de España le dijera a Hugo Chávez: «por qué no te callas».

Mañana será otro día…