Por Jorge Coronel (*)
Historias de la vida real desde la pintoresca Villarrica son la esencia de la obra “Cuentos guaireños” (Las peras del olmo), del autor Caio Scavone.
En su obra Cuentos guaireños (Las peras del olmo), alimenta el encanto villarriqueño del «revés», y se hace cargo de ello. «Es una característica que, ojalá, se siga manteniendo. Hemos perdido mucha identidad, porque hay mucha gente que no es guaireña (hay unos tres mil universitarios, y muchos emigran)», comenta.
Según cuenta Scavone, el villarriqueño generalmente no reniega de la característica. De todas formas, nunca faltan compueblanos que lo tildan de «antiguaireño». «Hay alguna gente que me suele decir ‘antiguareño’, pero eso es lo que le hace (al departamento), en realidad. ¡El turista va y quiere ver alguna cosa al revés!», reflexiona. La muestra del desparpajo queda clara con la portada de su obra, donde se observa el tradicional carumbé… por supuesto, colocada al revés.
A lo largo de sus textos, el autor expone casi 180 experiencias de vida que rodean a pobladores del Guairá. Las historias están reunidas en capítulos como «Las jardineras sin jardines», «El comisario armado hasta sin dientes», «El tontódromo de Villarrica», «El futbolista stripper», «Donde manda el marinero no mandan los capitanes» y «¿Es al vesrre el guaireño?». «Son cuentos cortos de personajes guaireños, historias un poco ‘kachiái’ (jocosas), más que otra cosa», relata. Cada personaje está debidamente identificado, y algunos incluso ya pasaron a mejor vida.
La publicidad de las anécdotas le trajeron más de un dolor de cabeza al escritor. «Tuve problemitas con dos personas», dice. Los protagonistas en cuestión -según puntualizó en su libro- tenían problemas con el alcohol. «Un familiar me discutió, me dijo que nunca probó una gota de alcohol… ¡y yo tenía que alzarle hasta su casa! ¡Su hermano vivía en alcohol!», cuenta, entre risas.
Los inicios del Scavone escritor se remontan a una academia literaria y a las primeras poesías que escribía como estudiante. «Después comencé a juntar datos de guaireños que siempre me gustaron; una recopilación de anécdotas de la gente. Tenía muchos datos y dije: ‘alguna vez tengo que escribir». Así nacieron textos como El verdadero diccionario paraguayo (2009) -en coautoría con Helio Vera y Alcibíades González Delvalle-, y hasta una obra sobre medicina natural, Remedios naturales del Paraguay (2013).
UN GUA’I EN ASUNCIÓN- Un guaireño residente en Asunción tenía su local abierto fuera del horario permitido. «La policía le encara y le dice: ‘¿Usted no sabe que hay que cerrar a las 1?’. ‘Sí, yo sé’. ‘Acompáñenos a la (Comisaría) 3ª'». El oficial le recordó sobre las exigencias del edicto Nº 3, a lo que el ciudadano le respondió: «Acá está el edicto, pero acá no dice a qué hora hay que abrir. Yo abrí a las 4:00, y mire cómo está la gente». La policía no supo qué hacer, y se terminó retirando. «Es el único tipo que se cagó en el edicto Nº 3», concluye, entre risas.
La presentación de la reedición de Cuentos guaireños (Las peras del olmo) está prevista por la editorial Servilibro para el 5 de setiembre próximo, en Encarnación; el 17 de setiembre, en Asunción; y, finalmente, el 2 de octubre -como buen güiño guaireño- en la ciudad de Villarrica.
La obra cuenta con un prólogo del recordado escritor, abogado y periodista Helio Vera, quien se ocupó de definir la pintoresca costumbre «al revés» de la eterna Villarrica
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Como una guayreña quiero contribuir con un cuento al vesre de Caio Scavone, aqui vá : un guayreño se fué a Asunción y quiso nadar por primera vez en su vida en el Rio Paraguay y se tiró al agua con zapato y todo, pero como no sabia nadar se ahogó en 10 minutos, todas las gentes y marineros los rastrearon aguas abajo hasta el Paraná y no le encontraron. Unos cuantos dias despues le encontraron en la desembocadura del rio Apa, esto era inexplicable como fué a parar alli, claro todo se aclaró cuando supieron que era guai , porque ellos que siempre andan al revez cuando se ahogan no se van agua abajo sino agua arriba , o sea contra la corriente .