“A fines de mayo de 1954 en la concentración colorada de proclamación de la candidatura de Alfredo Stroessner, Epifanio Méndez, le dedicó la primera música 26 DE FEBRERO”. Seguidamente… “El 15 de agosto de 1954, vino al país, Augusto Roa Bastos, quien le dedicó un poema a Stroessner y Perón, titulado “A los próceres salud! en que comparó a los mandatarios con los próceres de la independencia”.(La era de Stroessner, Roberto Paredes, Ediciones Servilibro 2005)
En el caso de Roa Bastos cuesta creer que haya escrito dicha poesía. Después se supo la causa de su amor intempestivo, una jugosa gratificación para viajar al viejo mundo. ¡Oh tempora o mores! hubiera escrito el gran Virgilio al leer la otra cara de la moneda, la del despechado, cuando más tarde se lanzará furioso llamándolo Tiranosaurio a su otrora benefactor. (extraído de www.elcoloo.com)
“A LOS PRÓCERES, SALUD!
Con la emoción creadora de los hombres
que vencen al destino
y hacen en la historia a golpes de verdades
vivientes como himno de los hombres
¡Venid y ved, pueblos del mundo, cómo
el peso de la espada es justiciero
cuando se yergue en defensa de la paz
y su eje de diamante
busca lo vertical de la esperanza!
En sus hombres soldados
en sus pueblos de paz, en su destino
común de patrias enlazadas,
Paraguay y Argentina están unidos
de corazón a corazón,
hermanos para siempre,
eternamente…
El refutador (*)
Al ver publicado su poema dedicado a Stroessner y Perón, Augusto denuesta contra la maledicencia paraguaya. Montiel intenta calmarlo deshaciéndose en elogios a su persona y obra literaria… hasta que un tercero, el Refutador, hace su aparición
“La maledicencia en Paraguay es una disciplina ejercida con eficacia por muchos, con intencionalidad o por puro deporte. Una vez elegido el objeto como blanco hasta los novatos afinan su puntería, haciendo trizas el buen nombre y la fama profesional como en mi caso. Imperdonables aprendices de canallas que serán a su vez blanco de mi certero dardo más temprano que tarde. No toleraré a esta altura de mi vida el más mínimo de los desaires Cálmese, Augusto, cálmese. Póngase cómodo hoy en la perezosa. Dejemos el diván para otro tipo de sesiones. Cuente su desazón por los versos publicados que ya estaban en el olvido.
Montiel, vengo en llamas por la indignación que me causó leer aquel poema que me hubiera gustado olvidar para siempre. Pero la inquina no tiene compasión de nadie, menos de mí que estoy en la picota de amigos y enemigos.
Aunque en Paraguay nadie pierde ni gana reputación, según dijera un célebre político, en mi caso saben que ahí está mi talón de Aquiles, en la conducta. Tratan de menoscabar la consideración que me tienen en el extranjero, por eso me endilgan obras del pasado que la propia historia se encargó de corregirlas o, como en este caso, de borrarlas”.
(*) .Libro escrito por Gilberto Ramírez Santacruz, poeta y escritor paraguayo residente en Buenos Aires. Fue editado por “Arandurã” y presentado 7 de junio de 2015 en la Libroferia de Asunción.
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