El amor en los tiempos del guaraní
Por: Micaela Cattáneo (*)
No es lo mismo decir “te quiero” que “rohayhu”, ni escribir “te extraño” en vez de “rohechaga’u”. El querer en la literatura guaraní hizo historia gracias a los siguientes poetas enamorados.
Desde que la tinta y la pluma existen, el amor es inspiración para la poesía. Pero cuando este se explaya en las letras de nuestra lengua nativa, la esencia, definitivamente, es otra. “Ne akã kunu’ũ che pyti’a aramboháre ojeporeka, ha opytu’u haguã sapy’aite upépe opyta (Ese tu cariño busca en mi pecho su alimento y ahí se queda a descansar)”, escribe Lilian Sosa en Kunu’ũ Tyky, precursora de poemas eróticos en guaraní
Así como la lírica nacional ha vestido con palabras dulces al placer fugaz, también ha conocido versos de amores que sólo viven el hoy; de aquellos que van más allá de las fronteras; de los que se imaginan pero no se experimentan y hasta de los que se extrañan, se sufren y no vuelven. “Los autores se inspiraban en las cosas que les pasaban y la cuestión escrita no pasaba tanto por la necesidad de urdir las palabras”, señaló el poeta y periodista, Mario Rubén Álvarez.
Nde poty ryankuãnguemi de Patronicio Rojas Esteche es un claro ejemplo de que las vivencias personales son musas de la literatura. “Pronto, los olorosos panes salieron a la madrugada, en una canasta, del brazo del mecánico. El reparto se hacía indefectiblemente a partir de las cuatro de la madrugada. Parecía que el secreto era llegar antes que los clientes de los almacenes y despensas, para encontrarse con la delicia de un producto recién horneado, caliente todavía”, cuenta Álvarez en su libro Las voces de las memoria.
La historia es así: Patrocinio era mecánico, casado, amante de las letras y el folklore. De la noche a la mañana decide abrir una panadería, hecho que llamó la atención a su amigo, el arpista Lorenzo Leguizamón, con quien tomaba tereré todas las mañanas. “Había sido que mi amigo se enamoró perdidamente de una bella morena”, descubre Lorenzo cuando Esteche le pide que musicalice una poesía que había escrito para quien fuera su motivación cada aurora. “Areko avei chave el recuerdo de tu amor como mañanera flor nde potymi ryakuãngue”, finaliza en su última estrofa el poeta enamorado
Y es que cuando un poema llega a su punto final, no siempre sabe cuál será su destino.“La poesía popular es creada para que esté unida con la música; aquella que se canta en la vitrola y se escucha en la radio, es sencilla y directa. Mientras que la poesía culta es considerada como tal porque está ‘escrita por personas más ilustradas’, no tiene estrofas, los versos van de corrido y, generalmente, son las que quedan en los libros”, explica el comunicador
A propósito de la poesía popular, esta además de cobrar protagonismo a través del pentagrama, permitió reafirmar la literatura guaraní y el romanticismo del cual se nutría. “El amor pensado y escrito en guaraní es un amor más convencional, evidencia un ‘me gustas’, un ‘te escribo’ y hasta un ‘te conquisto’; pero así también reseña un ‘nos peleamos y vos te vas’; el amor presente y ausente”, destaca el autor del libro Folklore paraguayo.
De aquel amor que fue y aún es, Teodoro S. Mongelós, es un referente: “Remimbigui pyharerõ ñasaindy ndive rejoapiva ha je aipo che angatarãnte ko yvy ari nde reju (De tanto brillar en las noches es que tus luces se confunden con los rayos de la luna y cada vez estoy más convencido de que tú viniste a la tierra solamente a tentar mi débil alma)”.
Y bastan unas líneas para que su querer presente se haga futuro. “Nendivénte, nendivénte, che anga aimérõ avya’apáva. Ha hi’ãntemo opa ára ágã guáicha jajuayhu. Nendivénte, nendivénte, che ajuhu tory maymáva. Ha vokóinte rohechárõ cheaho’i techaga’u (Sólo contigo, sólo contigo, si yo estoy mi dicha es completa. Ojalá todo el tiempo nos amemos como ahora)”.
Sin embargo, en otros autores un adiós fue suficiente para llenar una hoja en blanco. Al respecto, Rudi Torga, hereda Mandu’arã: “Aimo’âgui ndera’e che mbyjako’ẽ, aju péicha rohayhu ne kuñakataî. Ha nde pópe, yvotýicha,che rekove amoĩ (Creí que eras mi estrella del amanecer y así te quiero mi mujer. Y en tus manos, como en una flor, pongo mi vida)”.
Así mismo, Tito Cabrera Giménez en su poema Mborayhu ha tapere relata un amor quebradizo con el tiempo. “Ku yma yvoty meméva, ko’ág̃a itapere. Guyrakuéra jepeve, ijeréremi horýva, ñaimo’ã ku nembyasýva, ndouvéi reho guive (Lo que antes estaba lleno de flores, ahora está en ruinas. Hasta los pájaros, jubilosos a su alrededor, parecen apenados por ti y no vienen más desde que te fuiste)”.
“La traducción es como nuestra sombra, nos refleja pero no somos nosotros. Hay más nítidas y otras difusas”, responde Álvarez sobre la popularidad alcanzada por canciones de amor como India de Manuel Ortiz Guerrero y Recuerdos de Ypacaraí o Mis noches sin ti de Demetrio Ortiz, en su idioma original (aunque hayan sido versionadas al guaraní).
Sobre Mis noches sin ti el título de esta composición fue el punto de partida del director argentino Maximiliano González para crear una historia de amor en medio de una revolución social, ficción con la que Arnaldo André vuelve a la pantalla chica y que podemos verla de lunes a viernes a las 18:00 por TV Pública Argentina.
Para el corazón de la mujer – Si bien nombramos los versos de Lilian Sosa y conocemos el trabajo poético de Susy Delgado y de otras líderes en este género literario, como es tristemente común en la historia del arte, a la mujer le ha tocado hacer de musa antes que de autora la mayoría de las veces.
Sin embargo, tanto ellas como ellos se han nutrido como fuente inagotable de inspiración de aquella persona que se amó y no se quedó. Al respecto, Álvarez concluye: “El poeta se inspira cuando sufre porque cuando uno está feliz se ocupa más de vivir su amor que de escribirlo, redactar una poesía implica cien besos y caricias menos”.
(*) lanacion.com.py