La cultura, el idiota, el imbécil y el estúpido

Aún en su torpeza más genuina, la imbecibilidad como condición humana inquietó a mentes lúcidas como Humberto Eco, quien la clasificó en “El péndulo de Foucalt” y sobre la que luego aclaró: ‘Hice una distinción entre el imbécil, el idiota y el estúpido’.

Imagen: victormms2.wordpress.com

El idiota es el quien no comprende lo que se dice, el imbécil es quien en determinado momento dirá exactamente lo que no debe decir y el estúpido es el individuo que se comporta, piensa, o muestra de manera torpe, con necedad y ausencia de inteligencia.

La cultura, por definición, es una fuga sin fin de la imbecilidad. El hombre tiene necesidad de volverse culto porque, por sí solo, no le salen las cosas demasiado bien. Cultiva la idea de mejorar.

El problema es que la cultura nos da más instrumentos de expresión y, por lo tanto, facilita ver cuán imbécil es uno. Ahora se cree que el mundo desborda de imbéciles porque todos se expresan en las redes sociales. O sea que la imbecilidad queda documentada, pero no hay razón para pensar que en la época de Julio César los imbéciles eran menos que hoy.

Maurizio Ferraris / Foto clarin.com

Dice el filósofo italiano Maurizio Ferraris en su libro  ‘La imbecilidad es una cosa seria’ “Ni somos la mejor de las especies, ni vino un ángel a tocarnos por su divina gracia. No somos solo animales, pero tampoco superhombres . Simplemente somos imbéciles. Seres a medio camino que no aprenden pese a estar dotados de inteligencia”.

Como el agua para los peces, la imbecilidad nos rodea, nos envuelve; la necesitamos para vivir y la necesitamos para movernos, la necesitamos porque no hemos conocido otra cosa

Sin embargo, la imbecilidad no es una categoría estática,  Los criterios varían según el contexto, y la clasifica en siete categorías: Imbecilidad maligna, creativa, técnica, política, pretenciosa, elitista y solemne (ver libro).

Según el diagnóstico de este filósofo, la imbecilidad es como el colesterol. Se puede aminorar. El cómo solo depende de la senda que se escoja

Fuentes: clarín.com.ar / la semana.es/playgroundmag.net