Rafael Luis Franco
Entrevista a Nora E. Bouvet, autora de «Poder y escritura. El Dr. Francia y la construcción del Estado paraguayo»
“El proyecto francista de autoabastecimiento logra sostener la independencia política y económica del país”
Al hojear sus páginas una de las primeras cosas que uno hace, sobre todo en un libro de historia, es revisar la bibliografía; y me encontré con que la autora no sólo ha buceado en obras que se escribieron sobre Francia, también ha recopilado información del Archivo Nacional de Asunción (ANA) y sus distintas secciones, de la Biblioteca Nacional Río de Janeiro (BNRJ), del Arquivo Histórico do Itamaraty, del Archivo Artigas de Montevideo, del Archivo General de la Nación Argentina, hasta de la Manuel Gondra Collection en la University of Texas at Austin.
Por otro lado, ésta no es la primer obra de la profesora Bouvet, le preceden La escritura epistolar, 2006; Estética del plagio y crítica política de la cultura en “Yo el Supremo”, recientemente editado por Servilibro, en Asunción; y numerosos trabajos en revistas universitarias, entre ellos “Los ‘Portugueses’ del Mato Grosso en el discurso francista”, “La política indígena del Dictador Supremo en la frontera norte paraguaya” y “La ‘traición á la patria’ en el discurso francista”.
Aparte de ser sumamente amena la lectura de Poder y escritura…es un libro que aborda el gobierno del Dr. Francia desde un punto de vista novedoso, donde nos muestra al intelectual y su tiempo, y cómo su dominio de la escritura fue fundamental para la construcción del Estado paraguayo.
¿Cómo se conecta con la historia paraguaya? – Mi relación con la historia paraguaya se inició a comienzos de los años ’80, con un estudio interdisciplinario sobre Yo el Supremo, de Roa Bastos, en el que participé junto con otras colegas en el marco de una beca de Flacso para estudiar la novela de dictadores. El primer abordaje de la novela me exigió acercarme a la historia del Paraguay, de la que apenas sabía porque ha permanecido siempre soslayada entre nosotros
¿Esta inquietud es producto del llamado boom de la novela latinoamericana, en la que aparecen también las obras de García Márquez referidas a la dictadura? – Sí, por supuesto, el interés por los dictadores es generado por el “realismo mágico” que impulsó el boom de la novela latinoamericana, pero esto nada tiene que ver con El Supremo.
¿Cómo descubre al Dr. Francia y qué despertó su interés en él? – Este primer acercamiento a la novela de Roa Bastos me llevó al Archivo Nacional de Asunción (ANA), porque creí que el autor había trabajado con documentos de archivo (ahora sé que fue una falsa comprensión inicial). El contacto con la escritura de Francia en el archivo fue para mí una suerte de deslumbramiento; me capturó la “modernidad” de su sintaxis y de su caligrafía en esos viejos manuscritos. En los años ’90 convertí el discurso de Francia en mi objeto de estudio en la carrera de investigador del Consejo de Investigaciones de la Universidad de Rosario (CIUNR) al que pertenezco. Durante estos años viajé muchas veces a Asunción para recopilar el material en el ANA.
Algunas verdades y mentiras sobre la dictadura del Dr. Francia. Antes de descubrir por medio de los documentos, al verdadero Francia ¿tenía algún prejuicio formado sobre su figura? Le pregunto esto porque hay infinidad de personas que solo por el título de dictador ya lo descalifican y ni siquiera han leído algo sobre su vida.
No, no podría haber tenido ningún juicio sobre la figura de Francia que no conocía. La principal falacia en la que se suele caer es dar al título de Dictador, que un Congreso paraguayo le dio a Francia a comienzos del siglo XIX, el sentido que este término adquiere durante el siglo XX después de Hitler. Muestro en mi libro que el título de Dictador que se le otorgó a Francia está vinculado a la acción de dictar y al cargo de secretario. Es frecuente también encontrar que se repiten las primeras fuentes sin tomar en cuenta que fueron escritas por extranjeros opositores que hacían negocios editoriales al presentar un interesado exotismo del Paraguay y del gobierno de Francia.
Cree que son justos los historiadores que descalifican al Dr. Francia. – Frecuentemente este letrado es objeto de juicios impresionistas, atemporales y tendenciosos que no están basados en estudios previos, muchos de los cuales responden a tomas de posición política frente a situaciones del presente en que son emitidos. Por otra parte, creo que en el Paraguay, usando una expresión del compilador de Roa Bastos, “se estila destilar” cuestiones ideológicas contemporáneas y hasta cuestiones personales ajenas a todo análisis. ¿Por qué digo esto? Porque recuerdo que en los inicios de mi investigación me encontré en el Archivo de Asunción con un entonces joven historiador paraguayo, hoy muy reconocido, que me preguntó si yo era francista o antifrancista y luego argumentó sin más explicaciones que en el caso del Dictador Francia esa toma de posición previa era obligatoria.
¿Cuánto tiempo le llevó la realización de ‘Poder y escritura’? – El trabajo en el archivo enfocó mi objeto de estudio hacia la escritura y el papel que cumple, no sólo el discurso de Francia. En el 2001 me doctoré en la UBA con una tesis sobre este tema; de esta tesis surgieron dos libros, uno de carácter general sobre la escritura de cartas (La escritura epistolar, Eudeba 2006) y otro sobre la escritura de Francia que, debido a los avatares universitarios, acaba de salir (Poder y escritura: el doctor Francia y la construcción del Estado paraguayo, Eudeba 2009). Luego -suena raro pero ya podemos decir “en lo que va de este siglo”-, he vuelto a trabajar sobre la escritura de El Supremo, o sea el Francia literario que inventa Roa Bastos. Me he ocupado de lo que se suele llamar la “cocina de la escritura” en esta novela, en la que la erudición de Roa recurre a múltiples textos para darle voz al Dictador paraguayo. Acaba de salir publicado el resultado de este estudio en Asunción; el libro se llama Estética del plagio y crítica política de la cultura en “Yo el Supremo”, Servilibro, 2009. De modo que, para responder a su pregunta, puedo decir que el estudio de Francia literario e histórico me ha ocupado cerca de 20 años.
¿Cómo ve el revisionismo histórico en el Paraguay? Considero necesaria y siempre saludable la revisión de la historia que les han contado a los paraguayos y nos han contado a los argentinos y latinoamericanos en general. Actualmente estoy trabajando sobre las producciones que ha generado la guerra de la Triple Alianza en la literatura regional, y he comenzado a ver que los textos producidos se vinculan directamente con diferentes lecturas que se hacen del archivo de la guerra. Es importante impulsar estudios serios desde distintas ópticas que pueden alumbrar de otra manera los problemas; por ejemplo, Nidia Areces, también investigadora de la Universidad de Rosario, ha publicado recientemente un estudio sobre el Estado francista desde la perspectiva de la frontera de Concepción.
¿Comparte la idea de algunas personas que dicen que la dictadura de Francia produjo atraso en el Paraguay? Mire, si al término “atraso” usted le otorga una dimensión económica, debo decirle que la economía no es mi fuerte. Habría que comparar los logros del Paraguay en tiempos de Francia (1814-1840) con el alcanzado por otros países de la región o antes por el gobierno colonial. Pero si pensamos el “atraso” en estos términos relativos, no podemos dejar de considerar que el proyecto francista de autoabastecimiento logra sostener la independencia política y económica del país. Por otra parte, los documentos que he estudiado muestran con claridad que durante el gobierno de Francia no ha sido posible el “adelanto” solo para algunos poderosos a costa de la pobreza de la mayoría.
Un breve análisis sobre Roa Bastos y su opinión de Yo el Supremo. – Yo creo que, indiscutiblemente, Roa Bastos es el escritor más importante de su país y que Yo el Supremo es una novela magistral y una de las mejores obras literarias de la lengua española. Roa Bastos fue mi profesor del seminario final de carrera en esta Universidad, antes de la debacle del ’66, cuando Adolfo Prieto era decano. En sus clases, su proverbial humildad y timidez logró trasmitirnos su pasión por la novela de la tierra y los yerbales paraguayos, alejada de todo “realismo mágico” o “real maravilloso”. En los años ’80 tuvo la gentileza de venir a mi casa para reunirse con el “Grupo Rosario” empecinado en desentrañar su escritura y con estudiantes de Santa Fe, pero una vez que regresó definitivamente al Paraguay ya no pude verlo. Actualmente, procuro apoyar a la Fundación Augusto Roa Bastos destinada a recopilar y difundir su obra, tarea en la que está empeñada su hija mayor, Mirta Roa Mascheroni. Ella se ha encargado de la edición de mi estudio sobre Yo el Supremo.
¿Qué autor, o mejor dicho, existe actualmente algún escritor que se destaque en nuestro país que pueda estar a la altura de Roa Bastos? – No conozco ningún escritor paraguayo que pueda colocarse a nivel de Roa Bastos.
Me comentó que en marzo de 2010 van a presentar el libro en Asunción, ¿no cabría la posibilidad de presentarlo en Bs. As., ya que existe una colectividad numerosa en esta ciudad y alrededores? – En marzo de 2010 se presentarán los dos libros juntos, el de Francia editado en Buenos Aires y el de El Supremo editado en Asunción, en las dos ciudades, también en Rosario.
Hasta aquí la conversación, vía internet, con la profesora Nora Esperanza Bouvet, que seguramente pronto tendremos el gusto de conocer personalmente cuando presente su libros aquí en Buenos Aires. Una obra que desde ya se recomienda su lectura y me atrevo a decir que está destinada a ser, en un futuro cercano, fuente de consulta obligada para todo aquel que realmente quiera aprender y comprender esta etapa de la historia paraguaya que fue gobernada por un intelectual dotado de raras condiciones para su época (y para la nuestra creo sería más raro encontrar un hombre de la talla e integridad del Dr. Francia), que en general ha sido mal tratado históricamente, tanto por los antifrancistas como por los francistas.
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