Nuevamente este año la pandemia nos impide disfrutar presencialmente de Ferias del Libro, pero podemos referirnos virtualmente a nuestra literatura. El Paraguay, en el ámbito literario, no tiene nada que envidiar a otras naciones Sus representantes dejaron en alto a la patria por medio del amor al arte que se extendió en libros, escritos y ensayos que hoy son patrimonio nacional y forman parte del tesoro cultural de esta tierra guaraní.
Augusto Roa Bastos, Ricardo Brugada, Elvio Romero, Helio Vera, Julio Correa, Hérib Campos Cervera, Mario Halley Mora, Gabriel Casaccia, Josefina Plá y Carmen Soler son solamente algunos de los paraguayos que, por medios de sus letras, rompieron las barreras del silencio y utilizaron en tiempo y forma la herramienta más hermosa: la palabra escrita y todas sus derivaciones.
El 23 de abril, el mundo entero conmemora el Día del Libro, en donde la historia misma se torna en un ambiente festivo tras el origen de tan grato instrumento que nutre la mente, dando un punto de partida a la imaginación y a la creatividad.
El 23 de abril de 1616 falleció Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. Igualmente, en esta misma fecha nacieron otros escritores reconocidos que aportaron mucho al mundo de la literatura.
Es así como la Unesco decidió marcar esta fecha simbólica para la literatura universal para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores y alentar a otros a que se sumen a la fiesta por medio de la escritura, apostando por la raíz de todo crecimiento intelectual: la lectura misma.
El Paraguay fue la cuna para muchos autores de gran destaque, que incluso hizo conocido a este país no por sus tradiciones o sus costumbres solamente, o por su ubicación en el mapa.
Su obra más relevante es la novela “Yo, el supremo”, 1974, inspirada en la vida del que fuera dictador de Paraguay entre 1814 y 1840. En ella profundiza en las raíces del español paraguayo, potenciando la creación de neologismos, deformaciones y continuos juegos tanto léxicos como sintáctico-
Recibió el Premio Cervantes, el más importante galardón de las letras castellanas, que expuso al Paraguay internacionalmente y convirtió al autor en un verdadero hito de nuestro proceso cultural. Esto ocurrió justamente el 23 de abril de 1990.
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Entre sus obras se destacan: “Los partidos políticos: superioridad del coloradismo”, 1916; “Uruguay-Paraguay. La guerra de la Triple Alianza”. 1915. Su inclinación política lo condenó al exilio, junto al general Bernardino Caballero, de quien era secretario particular. Pero ni el doloroso destierro contamina su vocación de hermandad y su espíritu de reconciliación. El barrio La Chacarita, en Asunción, lleva en homenaje su nombre.
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Luego de la guerra civil de 1947 se ve forzado, como tantos otros, a abandonar a la que él mismo llama “nuestra profunda tierra escarlata”. Desde entonces y hasta su fallecimiento, no volvió a residir en el Paraguay. Viajó incansablemente alrededor del mundo. Jamás olvidó a su patria y a los suyos y las inflexiones de su voz, al decir como pocos poetas su propia poesía, tienen un timbre inconfundiblemente paraguayo. Desempeñó tareas editoriales, pronunciado recitales y conferencias en varios centros culturales de América, Asia y Europa. En sus últimos años fue Agregado Cultural en la Embajada del Paraguay en Argentina.
El universo poético fue su aposento hasta el final de sus días: su primer libro fue “Despierten las fogatas”, 1953; seguido de muchos otro de los que mencionaremos algunos: “De cara al corazón”, 1961; “Un relámpago herido”, 1967; “Los innombrables” 1970; “El viejo fuego, 1977; “Los valles imaginarios”, 1984 y “Cantar del caminante”, publicado tres años después de su muerte.
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Trabajó en importantes medios de comunicación y se destacó como columnista. Se lanzó al mundo literario en la década de 1980 con ensayos y cuentos críticos y jocosos sobre la cultura paraguaya. Como escritor y periodista se ganó un merecido prestigio, gracias a su talento y a su estilo mordaz distintivo. un lenguaje directo y socarrón.
Fue distinguido con numerosos lauros, entre ellos el Premio “El Lector” a la mejor obra literaria de 1984, por “Angola y otros Cuentos”; el primer premio en el Concurso de Ensayos V Centenario, de 1988, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Embajada de España, por el ensayo “Teoría y Práctica de la Paraguayología”; Primer premio en el Concurso de Cuentos «Néstor Romero Valdovinos» del diario Hoy, de 1992, por el cuento “Destinadas”.
También fue acreedor de la Mención especial del Premio Nacional de Literatura del Paraguay, de los años1999, por “Antiplomo. Manual de Lucha contra los Pesados”; 2005, y 2006 por “La Paciencia de Celestino Leiva y el Premio Municipal de Literatura 2007. por el mismo libro.
Dejó un extenso y rico legado literario: “En busca del hueso perdido”, 1991; “Diccionario Contrera”, 1994; “Plagueos, ensayos y otros divagues”, 2006; “Diccionario del paraguayo estreñido”, 2007.
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Correa es, incuestionablemente, la máxima expresión, en cuanto a la creación del arte dramático paraguayo y el exponente más alto del teatro en guaraní a más de inspirado poeta de neto corte social , Nació el 30 de agosto de 1890. Vivió en la ciudad de Luque, donde permaneció hasta su último minuto de vida. Murió el 14 de julio de 1953
La vasta producción teatral de Julio Correa en idioma guaraní incluye: «Karaí Eulogio» (Señor Eulogio) / «Ñane mba’erã’y» (“Lo que no puede ser nuestro”) / «Guerra ajá” (“Durante la guerra”) / «Terehó jevy fréntepe» (“Regresa al frente” / «Pleito riré» (“Después del pleito”) 8/ «Péicha guarãnte» (“Así nada más”)/ «Sandía yvyguy” (“Sandía enterrada”) / «Karú pokã” (“Comer Poco”) / «Honorio Causa” (“A causa de Honorio” / «Po’a nda ja jokoi” (“A la suerte no se la detiene”) / «Sombrero Ka’a” (expresión guaraní-castellana que designa al amante de la amada de una persona), entre otras. También escribió ’Yvy yara’ (Dueño de la tierra).
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En su insustituible libro “La poesía paraguaya -Historia de una incógnita”, Campos Cervera colocó la literatura paraguaya en el ritmo americano y a la altura de la actual poesía del continente. Su valor como poeta es innegable. Todos los estudiosos de la literatura paraguaya coinciden en afirmar que su obra señala el punto de partida de una nueva concepción poética vinculada a los nunca sencillos senderos del vanguardismo. En este sentido, también abrió camino para las nuevas generaciones.
En 1950 publicó el único de sus libros de poemas que apareció en vida del poeta, “Ceniza redimida”, reunión de 28 muestras magníficas de su mejor producción. “Hombre secreto” es el nombre del segundo de sus poemarios, aparecido póstumamente. Le pertenecen asimismo el relato “El buscador de fe”, la novela corta “El ojo enterrado”, la obra teatral “Juan Hachero”, no estrenada y aún inédita, a más de la novela “Hombres en la selva” y el poemario “Romancero del destierro”, cuyos originales le habrían sido sustraídos cuando su exilio en Montevideo.
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(Texto y fotos: fuentes varias)
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