Bien sabemos la profunda religiosidad de l@s paraguay@s que alcanza su máxima potencialidad los ocho de diciembre, en que se venera con profunda unción a la Virgen de Caacupé en su día.

Desconocemos si existe algún lugar del planeta donde no haya paraguayos, pero sí sabemos que cualquiera sea el país donde residan nuestros compatriotas, la devoción a la Virgen Serrana se manifiesta con igual intensidad.

Es que nuestra Virgen Azul es la única que escucha nuestras súplicas, alivia nuestros pesares, recurre en nuestro auxilio y nos protege y reconforta durante el transcurrir de toda nuestra existencia.