Algunos tal vez no sepan que 60 criollos nacidos en Asunción, llamados “mancebos de la tierra”, junto a Juan de Garay, la paraguaya Ana Díaz y un contingente de aborígenes guaraníes, refundaron en 1580 la “Santa María del Buen Aire” la que sería la futura capital argentina y “Reina del Plata».
También muchos desconocen que la referencia histórica más lejana sobre el origen del fútbol, tal como el juego que conocemos hoy, es precisamente a través de los jesuitas que vivieron y convivieron cerca de 200 años con los guaraníes en el Paraguay, dejando en sus testimonios indudables detalles de la pasión que sentían los aborígenes por el juego de la pelota.
CÓMO FUE EL PROCESO FUNDACIONAL
La inmigración paraguaya en la Argentina es una de las más antiguas de este país: a partir de 1870, una vez culminada la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay fue incesante. Sin embargo, en 1947 tras la mayor guerra civil producida en el Paraguay ocurrió la emigración de miles de sus hijos, la más numerosa de la historia: entre 600 mil y 1 millón de paraguayos cruzaron los ríos Paraná y Paraguay para repoblar las provincias y estados fronterizos del Brasil y la Argentina.
Muchos recalaron en la ciudad de Buenos Aires que de pronto estaba lleno de paraguayos exiliado. En Paraguay, por su parte, estaba instalado gobiernos autoritarios que ostentaban la intolerancia como bandera, el retorno se volvió una utopía, algunos jóvenes se propusieron luchar y derribar la dictadura, otros buscaron la forma de organizarse y seguir la vida con sus sueños en la Argentina.
De estos últimos, al alborear la década del 60, siendo ya asiduos socios de la Casa Paraguaya, buscaron un nuevo espacio para practicar la otra pasión, inherente a la condición de paraguayo, la práctica del fútbol, una pasión desbordante que bullía en los jóvenes inmigrantes, un lugar donde soltar sus habilidades deportivas y experiencias organizativas para reunir a los compatriotas en pos de formar una nueva institución.
Así, el 15 de agosto de 1961, un grupo de jóvenes entusiastas fundó el Club Atlético Deportivo Paraguayo que contó con el auspicio y apoyo de los directivos de la Casa Paraguaya de entonces, con el aliento de personalidades del deporte, de la cultura y de la política del exilio paraguayo. La novel institución estampó en su Estatuto una emblemática leyenda, “Para conservar el amor a la patria lejana” que serviría como un faro en el horizonte y resumiría el espíritu de los fundadores de la colectividad extranjera más numerosa en la actualidad de la Argentina.
Al poco tiempo de su creación como club de fútbol, el Deportivo Paraguayo en 1962 logró su afiliación en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), teniendo hasta hoy más de 7 mil socios y el privilegio de ser el único Club de todas las colectividades latinoamericanas de la Argentina que representa a la comunidad paraguaya, a los socios y simpatizantes en los campeonatos oficiales de la Primera D. divisional en se coronó Campeón, por única vez hasta el presente, del Torneo de Primera D 1991/92, ascendió a la Primera C por 8 temporadas. De aquella hazaña futbolística, quedaron grabados a fuego en la memoria de los hinchas los nombres de los jugadores Alejandro Maggio, Héctor Santillán, Gustavo Lezcano, Norberto Pellico, Pedro Clérici, Gustavo Bastiani, Sergio Luna, Juan Agüero, Fernando Álvarez, Rodolfo Gómez, Javier Jara, Luis Gamarra, Damián Villalba, Roberto Coronel, Ramón Serrano, Jorge Rojas, Javier Barreiro y Daniel Insaurralde.
Con mucho esfuerzo de los socios, amigos y simpatizantes, y con el afán cultural y solidario, después de dos décadas de ser un club ambulante y trashumante por toda la ciudad, logró adquirir en 1982 en el corazón de San Telmo para su Sede Social, en Piedras 1676, C.A.B.A., primero, luego con el entusiasmo del título obtenido en 1992 se compró un predio de 5 hectáreas en Villa Scasso, González Catán, Provincia. de Buenos Aires, donde en la actualidad funciona un Campo de Deportes y practican los equipos de primera e inferiores del club. Ahí también se está construyendo la cancha propia con las medidas reglamentarias exigidas por la AFA para jugar de local en los torneos oficiales..
Si bien lo más difundido del Club es su participación en el torneo de AFA, el Deportivo Paraguayo despliega desde siempre un abanico de actividades deportivas, culturales y solidarias que hacen que tanto las autoridades argentinas y paraguayas lo referencien como una genuina institución representativa de los paraguayos en la Argentina.
En su Sede Social de Capital Federal se realizan diversas actividades deportivas, talleres y actos culturales como educativos, con participación de instituciones del Gobierno de la Ciudad, Asociaciones Civiles, Culturales, de Derechos humanos, Estudiantiles, Jubilados y vecinos de San Telmo, entre otros destacables.
En su Campo de Deportes de González Catán, también
facilita sus instalaciones a instituciones educativas de la Provincia y el Municipio para sus actividades recreativas como contención social en el barrio de Villa Scasso, asimismo promueve desde hace muchos años la participación de los connacionales a través de un Campeonato de los Pueblos del Paraguay, reuniendo más de 100 equipos de fútbol masculinos y femeninos para la sana convivencia, experiencias integradoras y el disfrute de un multitudinario público que asiste habitualmente.
En su larga trayectoria como institución representativa el Deportivo Paraguayo acogió en su seno históricamente a los exiliados políticos y económicos como también a escritores, músicos e intelectuales en general. Entre ellos, podemos citar a Domingo Laíno, Waldino Lovera, Arnado Valdovinos, Juan Carlos Galaverna, Martín Almada, Augusto Roa Bastos, Herminio Giménez, Elvio Romero, Carlos Lara Bareiro, Félix de Guarania, Antonio Ortiz Mayans, Carlos Federico Abente, Celso Avalos Ocampos, Oscar Cardozo Ocampo, Ramón Maciel Romero, etc. etc.
Entre el primer presidente del Club, Baldó y el actual, Salomón Ramírez Santacruz, pasaron otros que dejaron profundas huellas de consolidación y progreso como Zenón Franco, Emilio Balmelli, Celso Chamorro, Antonio Gaete y tantos otros, junto a los innumerables y solidarios socios que aportaron retazos de su vida para que el Deportivo Paraguayo surja hoy como un baluarte en la defensa de las instituciones de fomento deportivo, cultural, social y barrial. Sin duda alguna, se ha hecho carne en el Club Atlético Deportivo Paraguayo el mandato fundacional de “para conservar el amor a la patria lejana” y se hizo espíritu, hoy más que nunca, luchar por el “deporte, cultura y solidaridad
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