Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
«La guerra al Paraguay» es el título de un editorial del diario “El Nacional” de Buenos Aires, del 28-9-1862, publicado a poco de asumir Francisco Solano López la presidencia. Es llamativo el título que eligieron, máxime cuando va dirigido a una persona que pocos años antes, en su país, había buscado y logrado la pacificación evitando una guerra intestina, o sea un hombre abierto a la diplomacia, a la paz y al diálogo; que ahora por el fallecimiento del padre fue proclamado en forma unánime por el Congreso paraguayo como Presidente; además de tener el Paraguay una tradición de paz y tranquilidad con sus vecinos; salvo el período rosista que llega a bloquear los ríos cortándole la salida y el no reconocimiento de nuestra independencia contra toda lógica. Solo se comprende en la vieja ambición porteña de someter y anexar al Paraguay, de una u otra forma, de cualquier forma, como se vio luego cuando acompañaron al Imperio brasileño.
Y aquí, en el texto, un texto cargado de palabras como “tirano”, “tiranía” y sobre todo “guerra”, que más abajo transcribo, se ve sin ninguna duda la mano oculta de logias secretas, que son las que en el fondo manejan los hilos de la política rioplatense, siendo la prensa su gran ariete; con un accionar sibilino y letal para las democracias e independencias regionales, que luego terminan ahogándolas y sometiéndolas con personas-títeres, inmorales y brutales, que jamás por sus propias fuerzas y capacidad podrían llegar a presidir un gobierno realmente democrático.
Otra palabra que utilizan a lo largo del texto es “libertad”, y en un punto dicen: “que su interés, que su gloria, le aconsejan optar por la libertad…”; claramente este tipo de “libertad” a que hacen alusión no tiene nada que ver con la verdadera libertad e independencia, es la libertad de hacer ellos los que les dé la gana; herederos de la Revolución Francesa ellos adoran la diosa Libertad o Razón, a la que tantas pinturas y estatuas dedicaron, esa que le pusieron un gorro frigio, gorro que suele estar en muchos escudos nacionales, es una forma de aconsejarle al nuevo presidente que se asocie a sus logias, y ser parte de la canalla internacional, es darle todo lo que ellos pretenden en cuanto a negocios del Estado y usufructo de territorios, es someterse a su banca y al final ser un agente más del poder mundial, que gobernará hasta cuando ellos le digan basta.
Y poco más adelante se expresa, casi en forma explícita: “Si los que aconsejan la guerra tuvieran en sus manos la suerte del pueblo argentino, conquistado ya para la libertad, estamos seguros que no la jugarían al azar de las batallas”; aquí está mucho más claro cuando dice “tuvieran en sus manos la suerte del pueblo argentino, conquistado ya para la libertad”, que traducido sería: “nosotros ya hemos conquistado-dominado al pueblo argentino para la diosa Libertad, si a tal cosa accediera (López) no haría falta hacerle la guerra y destruirlos, tendría la suerte del pueblo argentino”, una guerra y destrucción que sobrevino en menos de tres años.
Es que el tipo de logias que me refiero nunca prosperó en el Paraguay, al menos desde que este se independizó y hasta que fue ocupada por los aliados en enero de 1869, cuando fundan al poco tiempo la primera logia; y esto fue posible gracias a la visión y honradez de un Dr. Francia y los López después; y muy otra hubiera sido la historia del Paraguay sin la conducción de aquellos, quizás hoy ni existiría como Nación.
Al leer este editorial, que en apariencia carece de sentido ya desde el título, se puede entrever la velada amenaza que años después se cumplió; aquí dicha prensa, en clara preparación psicológica de la opinión pública, solo estaba abonando el terreno para crear las futuras condiciones que llevarían a la destrucción de la única República soberana y próspera que no había caído en las redes de ese liberalismo jacobino producto de la Revolución Francesa, de ese Nuevo Orden gestado a fines del siglo XVIII que dio a luz al primer orate que buscó apoderarse del mundo, Napoleón.
Al mes siguiente, en octubre, asumiría Mitre la presidencia; el 13 de septiembre aparecía “El Nacional”, medio para apoyarlo, y esto escribían sus amigos políticos, seguramente con el visto bueno de don Bartolo, dos semanas después, lo destacado es mío:
“Don Francisco Solano López es hoy el árbitro de los destinos de un pueblo. En vez de llamarle tirano en la primera hora de su poder, cuando no sabemos aún como lo ejercerá; en vez de precipitarlo al mal, anticipando la condenación al delito, en vez de despertar el espíritu sombrío con el grito de la amenaza y el rumor de la guerra, hablemos a los nobles sentimientos del alma y descorramos el velo del magnífico porvenir que hoy se abre delante de un hombre.
“…El nuevo presidente del Paraguay se encuentra en el punto de partida que es común a dos caminos opuestos, realizándose para él, de un modo solemne, aquella parábola antigua de la senda de espinas y de flores.
“Don Francisco Solano López entra hoy a gobernar un pueblo dócil y susceptible de recibir la impulsión que sus gobernantes le impriman.
“La posición y las antiguas tradiciones del Paraguay lo hacen el aliado natural de las repúblicas americanas y el hermano de la República Argentina; pero la tiranía sería en todo tiempo un obstáculo insuperable a esa fraternidad y a esa alianza.
“El Paraguay, libre, hace de su causa la causa común de todos los americanos. El Paraguay, representando el despotismo en la América, no puede contar con la simpatía de nadie.
“Eso es lo que La Nación Argentina tiene que decir al presidente del Paraguay, en vez de amenazarle con una guerra que el gobierno de la república no puede ni debe llevarle y que no le llevará, porque no es justo prejuzgar ese mal de actos que aun no se han cometido y porque el primero y más alto de sus deberes, ante Dios y ante el pueblo, es responder de la libertad de la patria argentina, sin comprometerla en momentos en que todos tratamos de afianzarla.
“Al nuevo presidente del Paraguay, en el momento solemne de optar entre la libertad y el despotismo, digámosle que su honor, que su interés, que su gloria, le aconsejan optar por la libertad y digámoselo recordándole que él fue el jefe de las fuerzas paraguayas que, a las órdenes del general Paz combatieron contra la tiranía de Rosas y que en las horas de conflicto su palabra para la República Argentina fue una palabra de amistad.
“Hablemos así al gobierno del Paraguay y habremos hecho más por la libertad de ese pueblo que aconsejando que se le haga la guerra.
“Si los que aconsejan la guerra tuvieran en sus manos la suerte del pueblo argentino, conquistado ya para la libertad, estamos seguros que no la jugarían al azar de las batallas.
“Entonces, seamos serios y no produzcamos inútil e imprudentemente las complicaciones que traerían hechos que nadie ha de ejecutar, porque no hay un solo fanático en toda la la república que, de buena fe, crea que debemos declarar la guerra al Paraguay”.
Fuente: “La culpa mitrista”, de Luis A. de Herrera, t. II
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