Honrar, un verbo olvidado

 

Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)

“Honrarás a tu padre y a tu madre”, está escrito en el cuarto mandamiento; pero, ¿cómo se honra a estos?

La palabra honra deriva de honor, o viceversa, nos habla de honradez y tiene que ver con el comportamiento que llevamos en nuestra vida.

Por ello, no se les honra a los progenitores haciéndoles homenajes o regalos, o reconociéndolos por su labor; el verdadero sentido de honrarlos se da con la conducta personal que mantienen a lo largo de su vida los descendientes.

Por ejemplo, por más bien que los trate y acomode, no le honra a sus padres una persona que desde la función pública se dedica a robar o hacer negociados, y tampoco desde el ámbito privado.

No se les honra cuando se ocupan cargos sin tener ninguna preparación; no se les honra cuando desde el poder no se cumple con la labor, ya sea en la Justicia con fallos arbitrarios, en el Ejecutivo nombrando a personas con antecedentes, o en cualquier fuerza de seguridad haciendo un mal uso del poder que se le confiere.

No se les honra con una vida fastuosa, viviendo en un palacio, con todos los lujos sabiendo que esta riqueza es producto de dinero mal habido.

De la misma manera, tampoco se honra a los que fundaron la Nación, a nuestros próceres y héroes de guerra que lucharon y entregaron su vida para defender la soberanía y la República con actos, llevando coronas o poniendo plaquetas en fechas patrias; se los honra como a los padres, con una conducta honorable.

Y este bíblico mandamiento está visto que no hace falta ser creyente para cumplirlo; la decencia no tiene religión.

Pero está visto que los tiempos han cambiado, y se hace necesario reconocer que una cosa eran los padres de antaño y otra los de estos tiempos; porque es frecuente de ver en los medios escándalos en que el hijo de tal o cual personaje político fue involucrado en casos de corrupción; además de las desordenadas cuestiones sexuales que se promueven a los niños como normales, porque esto lo llevan adelante personas ya grandes, padres de familia, con mucho poder económico y político.

Es así que, a la vista de los tiempos modernos, veo que este cuarto mandamiento podría ampliarse; entonces, al “honrarás…” se le podría agregar “y no degenerarás o corromperás a tus hijos”