De filtraciones, abrazos fallidos y razones electorales

 

 

Por Augusto dos Santos, analista (*)

El sonido de la semana que pasó no fue el tradicional «ding, ding, dong», sino el simple impulso electrónico de un celular sonando y la consiguiente aparición en escena de la voz burócrata-cheta del secretario de González Daher con su ya clásico: «que tal partner, como te va bro». El otro sonido es el que estuvo ausente, el palmoteo de espaldas, el abrazo republicano. 

Óscar González Daher, primer senador destituido en toda la historia política paraguaya/ Foto: Jorge Bogado

No hay dudas que la destitución de Óscar González Daher fue la agenda que marcó la semana. Su impacto ha sido fulminante y pese a que en el interior, horas antes de los comicios nadie hablaba del tema, no hay dudas que tuvo su incidencia sobre los votos de capital, donde se concentra la expresión más dependiente de las redes sociales, al mismo tiempo habitualmente críticas al oficialismo.

A partir de este hecho se abrieron dos opiniones distintas, pero no tanto: la de la oposición que celebró –muy razonablemente– la tumbada de González Daher como un golpe a la mala justicia, y el oficialismo que salió a recordar que pensar en González Daher como el único arquitecto de la maltrecha justicia en Paraguay es casi como creer en la defecación de los camellos alrededor del pesebre tras su visita en Reyes

 Y es cierto. El hecho que una persona cuestionada por sus manejos de la justicia sea apartada es un gran paso. Es una buena noticia. El desafío es animarse a desmontar un sistema y tumbar a por lo menos dos decenas de personas más que conforman este círculo privilegiado e intocable.

Lo novedoso del derrumbe de González Daher es la fórmula instrumental que lo evidencia, que no es nueva en el mundo ni en Paraguay, pero que desde el nuevo milenio adquiere una relevancia substancial.

 EL ESCENARIO POLÍTICO – Mientras esto acontece, el escenario político está cargado de nubarrones en la ANR Los opositores llegaron al resultado lógico: ganó Alegre, pero sumaron a tal resultado un par de elementos potenciadores solamente en el curso de la semana:

1) El caso González Daher, que –cuando pasen unos días– ya no será por efectos de la campaña “un corrupto oficialista”, sino terminará siendo “un corrupto colorado”; lo cual le da muy buen arranque a cualquier discurso de oposición en la etapa final de la campaña.

2) La ausencia de definiciones al respecto del “Abrazo Republicano” es una enorme ventaja para el frente opositor porque ya estamos hablando de la fase más corta de la campaña, apenas tres meses y tres semanas más.

El mejor negocio para la oposición es que se ahonden los nervios en la relación oficialismo –disidencia. Cualquier cálculo de la disidencia al respecto que “finalmente todos los colorados van a votar a la Lista 1” no hará sino repetir el error de Argaña (hijo) por la Vicepresidencia, el 13 de agosto del 2000 y el error de la campaña de Blanca Ovelar (21 de abril del 2008). No hay una sola teoría matemática que logre hoy dar seguridades sobre que la ANR sin unidad pueda ganar una elección nacional.

Lo cierto es que cada día que pasa sin acuerdo colorado, en este trecho corto, es un empujón para la oposición en el tablero del ludo electoral. No sería la primera vez que la dirigencia colorada no lea riesgos. Y no será la primera vez que la dirigencia opositora tenga la calidad de aprovecharlo.

POR QUÉ MARITO? –Marito Abdo Benítez es el candidato colorado a las elecciones porque su campaña estuvo mejor adaptada al pensamiento de la mayoría de los colorados. Es un asunto de definición estratégica. El oficialismo, con absoluta franqueza (pero con error en reconocer el escenario), apostó a que los ciudadanos colorados comprendan los avances en diversos órdenes, basado en gran medida en un discurso electoral que no fue fácil de adaptar a la aspiración de los colorados, porque el pueblo colorado vota al poder esencialmente, no a los procesos económicos. En el 2013 votó a Horacio Cartes, porque era el hombre que le sacaba de la llanura y lo devolvía al poder

Los “viejos zorros” de la política afincados en Añeteté optaron por un discurso gigantescamente costumbrista que sonaba como música al oído de los electores colorados; decían “vamos a coloradizar el Estado” y ya no era necesario agregar nada más. No hay dudas que la victoria del Sr. Abdo Benítez tiene relación con la calidad de su campaña para instalar el concepto: el Estado para los colorados.

 (*) exministro de la Secretaría de Información y Comunicación del Paraguay (SICOM)

Fuente: lanacion.com.py (fragmento)