Rafael Luis Franco (frarafael@gmail.com)
Alguien, muy acertadamente, dijo: “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”.
Qué se puede esperar de un mundo controlado por comerciantes: comerciantes de la guerra, comerciantes de la salud, comerciantes de la educación, comerciantes de la alimentación y de todas las necesidades básicas del ser humano, sea vivienda, energía, agua, alimentación… hasta ahora solo el oxígeno no han podido controlar, pero a no dudar que buscan la manera de hacerlo.
Y no contento con todo ello, ahora van por la libertad a nivel global; ya que esta pandemia se ha diseñado para ello. Desde hace dos años el terror se impone desde la pantalla chica, diariamente, las veinticuatro horas, prácticamente no se habla de otra cosa cuando se acierta a poner un noticiario que a escuchar estadísticas de muerte y contagios; y con ello han logrado crear una psicosis colectiva, en la que pocos no han caído.
Y la censura y desprestigio va para aquellos que, teniendo títulos de sobra para opinar en el tema, tienen una voz distinta, que alertan sobre el daño, casi irreparable, que están cometiendo; estos son permanentemente descalificados, silenciados, a la vez que se desmienten sus dichos colgándoles el cartel de “fake news”.
Los muertos y afectados por las obligatorias medidas no se muestran. Por todo ello, no hay duda que la población mundial está padeciendo una acción psicológica propia de una guerra; y como toda acción psicológica esta se lleva adelante para crear un enemigo, en este caso estos serían los que no aceptan la imposición mundial y se niegan a inyectarse ni una, ni dos ni tres… sobre ellos se desatará la caza de brujas (las recientes declaraciones del Presidente francés, de no considerar ciudadano al que no se deja inyectar, que casi nadie condena, suenan como la salva de artillería que da comienzo al ataque; como en 1789, Francia a la cabeza del terror revolucionario), porque la idea es culparlos de todos los males; porque el miedo poblacional va en aumento y en un futuro, nada lejano, esta persecución, imagino, no va a tener nada que envidiar a las antiguas cazas de brujas o pogrom, porque los no inyectados serán los nuevos judíos a perseguir (ya los están dejando sin trabajo, sin atención, aislándolos en sus casas, incluso detenido como el tenista número uno).
Y el miedo, el terror, que produce desesperación, vuelve irracional a las personas, más cuando esta angustia es masiva o colectiva, y para ellos no hay explicación ni verdad demostrable. Acuérdense que en los primeros meses de decretada la pandemia, a determinada hora, se aplaudía masivamente desde los balcones a los médicos, pero luego, cuando estos aplaudidores se enteraban que tenían a un médico o trabajador de la salud de vecino, le enviaban mensajes anónimos de amenaza, hasta de muerte, para que abandonaran el edificio, nada más irracional y cobarde; luego, chau aplauso.
Y a estas personas no hay forma de demostrarles, o mostrarles aunque sea, que hay otras opiniones contrarias muy sensatas, tampoco les interesa escuchar ni se informan por su cuenta; una rara paranoia se ha apoderado de sus mentes que rechaza las cosas más evidentes, como el básico principio de que una persona sana no puede contagiar absolutamente de nada.
Y como en toda guerra, en esta tampoco van a faltar héroes, partisanos, traidores y colaboracionistas. Lo que no se dan cuenta, los que aceptan mansamente acceder aplicarse dosis tras dosis, es que para este nuevo orden ellos también son el enemigo, utilizable y descartable; y no viene mal recordar lo que pasó en la segunda gran guerra, que al final los nazis se cargaron también a los colaboracionistas que hacían de policía de su propia gente; a los que, supongo, en el fondo despreciarían más que a los que abiertamente les desafiaban; porque el enemigo siempre merece respeto, el traidor no.
Entiendo que para sortear esta nueva forma de guerra, mundial, en la que el verdadero enemigo se ha mimetizado como “salvador”, que no sabemos cuánto durará ni cómo terminará, habrá que tener el espíritu bien elevado, una fortaleza que solo da la Esperanza basada en una Fe, producto de un Acontecimiento que cambió el mundo hace dos milenios; y que el avance de esta civilización solo ha sido posible gracias a aquel Acontecimiento que dio vuelta la historia al enseñar que hay que perdonar a los enemigos, que hay que poner la otra mejilla, que enseñó lo que es el verdadero Amor, que le dio al hombre la trascendencia y el carácter de humano como nunca lo había tenido antes. Bien es a estas enseñanzas que los comerciantes que dominan el mundo rechazan y buscan borrar de la historia aquel Acontecimiento como si nunca hubiera existido y que fue y sigue siendo la piedra angular del desarrollo humano.
Y esto último no sería de extrañar, porque las legalizaciones de aborto y eutanasia impuestas, tranquilamente podrían considerarse como neosacrificios humanos que los comerciantes dedican a un dios luciferino; la cuestión de género, la desviación sexual de menores a nivel oficial con los programas educativos, el irracional lenguaje inclusivo, un combo perfecto para generar Odio, lo contrario al Amor, que se va imponiendo en el mundo, abriendo grietas para todos los gustos. Así, la mentira el poderoso ha logrado volverla verdad.
Una realidad que solo se ve a través de la mágica Ventana de Overton; que desprecia el verdadero Camino y la única Verdad que da Vida.
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