Casa Paraguaya de Buenos Aires ¿tiene solución? – La verdad de la milanesa

Actualmente, todo pareciera indicar que la normalización de la Casa Paraguaya está transitando un camino áspero, zigzagueante y con un final incierto. 

Pero también pareciera que no es tan así y que la solución no está tan lejos. 

Entonces, analicémoslo fríamente. Porque esta historia (aunque por su extensión, se asemeje a un culebrón interminable), podría servir de argumento para una nueva serie de Netflix: 

Asamblea realizado en la IGJ en el 2003

A decir verdad, la crisis padece actualmente la Casa Paraguaya de Bs. As. tiene un antecedente similar ocurrida en el 2003 que, debido a diferencias irreconciliables entre dos sectores de la dirigencia de la entidad, recién pudo ser superada tras la Asamblea convocada por la Inspección General de Justicia y realizada en la sede de dicho organismo ese mismo año. 

Isidro Méndez Chávez

Otro eslabón de la cadena se registró durante el último mandato presidencial de Isidro Méndez Chávez, que salió a luz en el 2017, año de su fallecimiento. Si bien este presidente construyó el nuevo edificio de la Casa Paraguaya inaugurado en el 2010 y que, sin duda alguna, constituye su mejor legado, tras su muerte quedaron pendientes de resolver una serie de hechos que hacían a la buena marcha institucional, especialmente de orden administrativo que orientara fehacientemente sobre la real situación financiera y económica. 

Tanto es así, que su vicepresidente al cubrir el cargo máximo, recién pudo enterarse a través del asesor jurídico de aquel entonces que había dos antiguos juicios laborales perdidos de alto monto y que no fueron abonados en su oportunidad. Sumado a esto, existía otras demandas por deuda de servicios públicos impagos que la nueva conducción debía afrontar. Un verdadero temporal que se iba manejando como se podía y hubiera lugar 

Vista parcial de los asistentes en la Asamblea del 2 de diciembre 2018

En la breve duración del Consejo Directivo surgido de la Asamblea el 2 de diciembre de 2018, quedaron saneadas parcialmente algunas deudas, fundamentalmente por los fondos obtenidos e eventos realizados y algunos aportes realizados por socios generosos. 

En un artículo anterior hemos comentado que Casa Paraguaya tuvo tres crisis durante el 2019. 

Las dos primeras ocurrieron en mayo, la segunda en septiembre: en ambas oportunidades se retiraron -o fueron retirados- la mitad de los miembros del Consejo Directivo. (Aclaremos que la primera vez abarcó a la mitad de sus integrantes y la segunda vez, la otra mitad) 

La tercera crisis ocurrió en octubre, con la clausura de la sede por incumplimientos varios de las normativas estipuladas por el Gobierno de la Ciudad de Bs. As 

Ramón González (I) el presidente «eyectado» y Nery Torales (D) el vice actualmente en ejercicio de la presidencia

Esta trilogía de crisis consecutivas, finalmente -por razones quizá fundamentadas- desembocaron en la expulsión del presidente sin cumplir las formalidades exigidas por el Estatuto, por lo cual dicha decisión carecería de validez, Pero eso, es harina de otro costal. 

Lo cierto que tras ser “eyectado” el piloto del avión, asume la conducción una fracción del Consejo Directivo original que aún sigue. 

Lamentablemente, para una gran cantidad de asociados, desde el primer momento en que asumió el vicepresidente el ejercicio de la presidencia.  la gestión del actual Consejo Directivo de Casa Paraguaya de Bs. As. ha sido decepcionante. 

FÍJENSE EN EL DETALLE: LOS COLORES DE LA BANDERA ESTÁN INVERTIDOS

Afirman que está claro que el nuevo titular sustituto no comprendió la dimensión y la alta responsabilidad que implica el cargo. Y que, en lugar de afirmar su autoridad y las facultades que le confiere el Estatuto, se dejó llevar por la influencia de su dominante entorno directivo que, en vez de apoyarlo, lo ha inducido a cometer errores, uno tras otro. 

Vale decir que, al ver acotado su margen de decisión, no supo, no quiso o no pudo, encarar ninguna medida que sacara del pozo en que está hundido la institución, como un barco que navega a la deriva, sin brújula y sin rumbo cierto con peligro de naufragio perentorio. Situación triste y vergonzosa que los socios deploran profundamente. 

Por fortuna, existen personas creíbles con altos principios y valores éticos, preocupadas e interesadas, con acendrado compromiso societario, con la capacidad necesaria para rescatar del pantano a la institución. 

Personas que están movilizándose mancomunadamente, de forma activa, lo cual hace renacer la esperanza en una positiva solución, un futuro promisorio de la vida institucional, que solo puede lograrse con un elevado espíritu constructivo y despojados de egoísmos individuales y/o grupales. 

¿Oikótapa? (¿Será?) Esperemos con la confianza estrictamente necesaria, pero sin escepticismos.