23 de Octubre de 1931, el Tianamen paraguayo
Rafael Luis Franco (Nota de 2009)
Con motivo de cumplirse el 23 de octubre un aniversario más de la matanza de estudiantes frente al Palacio de Gobierno, los liberales no tuvieron mejor idea que recordar con una conferencia, a la vez que homenajear y reivindicar al presidente que le cupo la responsabilidad principal de aquella jornada, a pesar de no ser quien apretó el gatillo, la autoría intelectual junto a otros camaradas recae sobre ellos.
Y también un viejo liberal, columnista del diario «La Nación», de Asunción, se prendió en este recordatorio-homenaje y se mandó un escrito que ensalza la figura de José P. Guggiari en su habitual columna de los sábados (31-10-09), que si hubiera sido publicado algo similar hace 78 años, que es cuando ocurrieron los hechos, tranquilamente podría ser considerado como apología del crimen.
Pero en fin, la historia se interpreta de acuerdo al cristal con que la miran, algunos la ven más azul, otros más colorada; en lo personal trato de verla sin cristales de por medio y me gusta remitirme a los hechos y sin fanatismos, a veces con algo de humor. Entonces, ante el escrito y los halagos salió lo siguiente.
Parece que la imagen de José P. mejora con el tiempo, y no solo su imagen en este caso y de acuerdo al panegirista A.V.P. (Alberto Vargas Peña) parece que también disminuyen los muertos de aquella luctuosa jornada que vivió el paìs, porque él recuenta 7 cadáveres, cuando los libros recuerdan 11: estudiantes, Julio Cèsar Franco, Ismael González, Benigno González, Raúl Roig Ocampo, Marcial Méndez, Liberato Ruiz Ríos, Alfredo González Taboas, Celestino Ramírez, Eugenio Gómez, Serafín O. Vidal, todos ellos estudiantes y uno más que casualmente pasaba, un anciano del que no se tiene la identidad. No contemos los heridos, algunos de suma gravedad, que suman cerca de 30.
Todos, según versión oficial, políticos comunistas disfrazados de estudiantes que, cobardemente, portaban armas camufladas como banderas paraguayas, ni siquiera eran las correspondientes azules, y encima pretendìan que el gobierno haga algo por la defensa del Chaco.
Un par de anécdotas para recordar el Tianamen paraguayo: una estudiante, Adelaida Rodi, no huyó ante las descargas, avanzó con su bandera en alto y subiò las escalinatas del Palacio, donde fue brutalmente castigada a sable por el oficial José F. López; en lo alto, junto a dos compañeros estudiantes, se encontró frente a frente con J.P.G, quien medio descompuesto e irritado le increpó “Esta bandera es indigna de estar en vuestras manos”. Entonces Adelaida se plantó y le replicó: “El indigno es usted”. Esto consta en el juicio que los fraternos amigos le hicieron a J.P. ya que Adelaida se presentó como testigo (obra “23 de octubre”, de E. Volta Gaona y “23 de octubre de 1931” de J. Stefanich).
La otra anécdota, personal, hace unos años un oficial retirado del Ejército argentino me refirió que su padre, también militar, le tocó viajar en barco con J.P. Guggiari, cuando este iba para Bs. As. después de los sucesos, y le dijo más o menos lo siguiente, “que había que tener cuidado con los estudiantes, porque eran gente peligrosa”; recuerda el que me refirió la historia que su padre no entendía en ese momento a qué se refería y le resultó sumamente extraña esta manifestación; claro después que se enteró el motivo del viaje le causaron gracia o ridículas estas expresiones y siempre las recordaba de manera jocosa.
Una reflexión final, creo que si los hermanos liberales nos siguen contando la historia, dentro de algunos años nos enteraremos que el 23 de octubre de 1931 no murió nadie y la única víctima fue José P.; porque como vemos este ya está en vías de canonización partidaria y solo falta que lo entronicen en el Panteón de los Héroes, convertido hoy en un osario liberal.
Pero esta iniciativa no está del todo mal, porque si no con quién se van a divertir los fantasmas de los auténticos próceres que deben vagar en su interior; el del Soldado Desconocido seguramente debe tener una partida de espíritus amigos que lo visitan, el del primer Mariscal y su hijo, el de don Carlos, y sobre todo el del Dr. Francia que aunque sus restos no están ahí su espíritu se ve que sigue molestando la conciencia de los hermanos azules, seguramente por eso es cada tanto se descargan con algún brulote en su contra.