POR ALAN REDICK (*)
Según el escritor colombiano Germán de Arciniegas, en 1492 comenzó el dilatado proceso del “cubrimiento” de América. Como nos recuerda Leandro Prieto Yegros en su prólogo de ‘El milagro americano’ de Natalicio González, varios siglos de colonización tuvieron el efecto de europeizar al nuevo continente.
Sin embargo, muy pocos autores recuerdan que también hubo una americanización de Europa, a lo que Natalicio llama poética y místicamente “el hechizo americano”.
Poco o nada se cuenta sobre el impacto de la música amerindia en las cortes europeas. Pocos saben que fue Hernán Cortés quien introdujo los bailes áulicos a su regreso. La zarabanda se desarrolla en España con las castañuelas y con cierta influencia árabe, pero tiene su origen en América Central. Se lo menciona por primera vez en un poema escrito en Panamá por Fernando de Guzmán Mejía, en 1539. También el jesuita Juan de Mariana menciona al baile escandaloso en su Tratado contra los juegos públicos, 1609.
Montaigne narra en su ensayo sobre ‘Los Caníbales’ de cómo, en 1550, un grupo de guaraníes Tupinambás deleitó a la corte francesa en Ruán e hizo que el rey pidiese que repitan la danza, y no en vano surgiría el ballet años más adelante en esa corte, haciendo al mismísimo Rey Sol danzar.
En 1492 comenzó no solo el descubrimiento de América, sino también su preservación, y hoy, gracias a ese descubrimiento tenemos, para memoria y recordación, archivos de muchas cosas que ya han desaparecido con el tiempo.
Se dice muy frívolamente que los españoles vinieron al Nuevo Mundo solo para rapiñarlo, y que, mientras los anglosajones llegaron con la Biblia, los conquistadores españoles llegaron con la cruz y la espada. Sin embargo, la misma arqueología cuenta otra historia que se ratifica con la demografía de la otra América.
En la América donde llegaron para “evangelizar” con la Biblia no quedan casi indios; sin embargo, en la otra América, la de la cruz y la espada, el mestizaje es lo más común. Igualmente, las lenguas amerindias no solo han sobrevivido, pero también se han incorporado en la cultura, en la que el guaraní es reina.
En las tierras de los anglosajones no queda ningún pedazo arqueológico de los primeros tiempos.
Pero en la otra América, la que supuestamente solo buscaba el oro y expoliar cuanto se podía, quedan como testimonios sólidos ante el tiempo, catedrales, universidades y pueblos exquisitamente ornamentados.
Así, aunque la retórica anglosajona mienta, las piedras dicen con voz tenue una verdad innegable. Fue en la América anglosajona donde todo fue pasajero hasta que llegó el siglo XVIII.
El 12 de octubre a nosotros nos toca celebrar el descubrimiento de América, una América que aprendió a hablar tanto en guaraní como en español; una América rica en cultura preservada gracias a las letras europeas.
El 12 de octubre nosotros celebramos no solo el descubrimiento de América, sino también el hechizo americano.
(*) Imperdible: leer nota completa en elnacional.com.py
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