Los nombres de nuestras calles

Así tituló el diario La Nación de Argentina, en la edición de ayer,  un editorial donde, fiel a su estilo, insiste en arremeter contra la figura del Mariscal Francisco Solano López. Transcribimos fragmento del mismo:

“Algunas sustituciones en la nomenclatura sugieren que, más que homenajear a una figura histórica, se busca denostar a otra”.

“Una negativa costumbre que, sin embargo, perdura y crece, como si los argentinos no lográsemos evitar nuestros estériles combates al borde de las tumbas, es la de cambiar los nombres de calles y paseos públicos a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio. Denominaciones que venían desde los tiempos de la Independencia y constituían verdaderos puntos de referencia para la nomenclatura urbana fueron sustituidas por las de personajes de la historia reciente, como si no hubiesen existido suficientes arterias de importancia para tributarles homenaje, sin retaceárselos a quienes habían ofrecido hasta su sangre en las batallas de la libertad o en las de nuestra consolidación como nación”.

 También se han dado casos en los que, so pretexto de presuntos tributos a la fraternidad americana, fueron honrados personajes de dudosa entidad para nuestra sociedad. Esto es lo que, por ejemplo, sucedió con Francisco Solano López, el dictador del Paraguay que ordenó la invasión de la Argentina con la ola consiguiente de vejámenes, muertes y destrucción, con cuyo nombre se designó no obstante a calles importantes y hasta a unidades de combate del Ejército Argentino, a la vez que se levantaron estatuas en zonas próximas a los sitios donde tuvieron lugar los enfrentamientos”.

 

El siguiente comentario de un lector del medio en cuestión,  nos exime de otros comentarios:

“Sesgada y parcial la postura de ésta nota. Por empezar -es entendible, Mitre fue uno de los instigadores de esa Guerra, de ahí la postura de la Editorial…- la mención que se hace de Francisco Solano López es tendenciosa. En realidad, la Guerra de la Triple Infamia (así debería ser llamada para la posteridad) estalló para satisfacer los oscuros intereses de la Rubia Albión en destruir al Paraguay y su política de independencia económica e industrial. Sería muy largo dar detalles sobre el genocidio sufrido por el pueblo paraguayo a manos de los Ejércitos Argentino-Brasilero-Uruguayo. Pero sólo daré un dato, en la Batalla de «Acosta Ñu» cientos de niños paraguayos, ataviados con barbas postizas para simular ser soldados, fueron degollados por las tropas de la Alianza, y los pocos que se salvaron fueron encerrados en el Hospital de Sangre paraguayo luego de la batalla, junto con los heridos de la refriega, y prendidos fuego sin compasión. Los que intentaban escapar eran lanceados”.